Las vidas de los periodistas cuentan

#Laverdadnuncamuere es una campaña impulsada por la Unesco, necesaria porque cada cuatro días un periodista es asesinado en el mundo, normalmente por denunciar la corrupción, el narcotráfico, la mala conducta política o abusos a los derechos humanos. El tema ambiental también se ha cobrado alguna víctima. Y la religión empieza a ser causa en determinados países extremistas.

La SIP se ha sumado al movimiento con decisión, puesto que América Latina no es uno de los lugares del planeta más seguros para ser periodista. Desde 1987 han sido asesinados en el continente americano, según estadísticas de la SIP, 561 periodistas y la mayoría de esos crímenes permanece en la impunidad.

M. es una periodista mexicana y directora de un diario regional popular, narraba en un seminario cómo era la vida en su redacción. Los narcos habían llegado a arrojar cadáveres a la puerta del periódico como aviso para que callaran o como señal a bandas enemigas... Los periodistas más involucrados en esos temas llevaban guardaespaldas. Y todos, de cualquier sección, tenían un entrenamiento para conducirse con seguridad y no meterse en escenarios o líos demasiado arriesgados... si no hacía falta. Porque si se necesitaba la noticia, sus periodistas no iban a dejarla pasar.

Es otro periodismo. Se habla de vida y muerte; de las ajenas y de las propias. M. contaba que nadie esperaba hacer una carrera profesional larga. Demasiada tensión, fuertes consecuencias para sus familias; ¿cuántos periodistas son capaces de dedicar la vida entera a jugársela?

Aquí vivimos tiempos difíciles para el sector, pero ni sospechamos cómo puede ser ejercer hoy la profesión con la vida amenazada.