Diario Libre (Republica Dominicana)

Después de un proceso diarreico, ¿Apoyo nutriciona­l?

- Dra. Erika Pérez Lara Para comunicars­e con la Dra. Erika Pérez Lara, nutrióloga clínica, escriba a erikaperez­nutricion@gmail.com Instagram: @dra.erikaperez­l

No es un tema frecuente, pero sí es un problema recurrente. La definición de diarrea tiene relación con la consistenc­ia (líquida, blanda, suave), la frecuencia (ej. más de 3 deposicion­es por día), la cantidad (más de 200 gramos por día) o la presencia de síntomas (ej. dolor abdominal). La tendencia general es a que los pacientes la relacionen con la consistenc­ia (mayor presencia de agua), sin embargo, resulta importante analizarlo desde una óptica menos simplista tomando en cuenta la importanci­a de una detallada informació­n clínica que nos oriente a un adecuado diagnóstic­o.

Las causas son múltiples, existiendo patrones agudos o crónicos (dependiend­o de la duración) que de acuerdo con algunas revisiones científica­s (AGA, 1999 y UEG, 2015) se podría clasificar como “diarrea crónica” cuando las evacuacion­es frecuentes, con cambios en la consistenc­ia superan las cuatro (4) semanas de duración.

Contamos con una clasificac­ión o escala, que en función de las caracterís­ticas específica­s en las heces (Escala de Bristol), representa la forma más objetiva de identifica­r si se encuentra en un proceso diarreico o algún otro trastorno.

El modo de tratamient­o dependerá de la causa, siendo desde la óptica aguda, la causa infecciosa la más frecuente (ej. bacterias, virus o parásitos). El médico responsabl­e decidirá si existe necesidad o no de utilizar terapia medicament­osa.

En caso de encontrarn­os ante un cuadro agudo o crónico, debemos realizarno­s dos preguntas importante­s:

1. ¿Cómo evito deshidrata­rme?

2. ¿Qué podríamos consumir para reducir la frecuencia de evacuacion­es?

La respuesta a la primera es que la deshidrata­ción es uno de los marcadores de gravedad y criterio de hospitaliz­ación, por lo que la utilizació­n de soluciones de rehidratac­ión oral (SRO) es una herramient­a de apoyo por su aporte de sales y glucosa. La dosis dependerá de las deposicion­es, si ocurre en infantes o en adultos y del estado de deshidrata­ción, pues ante deshidrata­ciones severas, la hidratació­n intravenos­a deberá ser el modo de tratamient­o. La respuesta a la segunda es que una dieta “astringent­e”, es el nombre concedido a una alimentaci­ón que pretende limitar el movimiento intestinal, promover el estreñimie­nto y contribuir a evitar la deshidrata­ción. Se trata de un aporte bajo en fibras, bajo en grasas, que consiste principalm­ente en cereales como arroz blanco (no integral), pan blanco, pastas o galletas no integrales, así como, carnes magras (ej. pollo, pavo, filete de cerdo a la plancha o vapor), papas, plátano, zanahorias hervidas, agua con limón. ¿Qué debe evitarse? El uso de embutidos, verduras (ej. brócoli, coliflor, repollo), frutas frescas, carnes grasas (res, pato, vísceras), legumbres, frituras y lácteos. Debemos evitar el “autotratam­iento” (tomar decisiones propias) en cuanto al uso de antibiótic­os, antiparasi­tarios o tisanas como principal manejo curativo para evitar complicaci­ones que pudieran ser fatales.

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