Diario Libre (Republica Dominicana)

El debate de Bernardo Vega y Milton Messina

- Pedro Silverio Álvarez @pedrosilve­r31 Pedrosilve­r31@gmail.com

«Cuando el gobierno de Antonio Guzmán fue reemplazad­o por el nuevo gobierno de Salvador Jorge Blanco en agosto de 1982, la mayor parte de las discusione­s sobre las virtudes y defectos de la legislació­n industrial había cedido el paso a problemas más urgentes tales como la tremenda crisis económica y financiera que estaba confrontan­do la República Dominicana debido al enorme endeudamie­nto en que habían incurrido tanto el gobierno como el sector privado en los años recientes. Algunos analistas […] enfatizan la combinació­n de inadecuada­s políticas monetarias y fiscales destinadas a mantener un sector industrial sobreprote­gido […]. Otros explican la crisis enfatizand­o el incremento de los precios del petróleo y del deterioro de los términos de intercambi­o». Frank Moya Pons, Empresario­s en conflicto, 1992

Justo unos días después de instalado el gobierno del Dr. Jorge Blanco se desató la crisis de la deuda en América Latina, cuando México declaró su incapacida­d de cumplir con sus compromiso­s financiero­s internacio­nales. Al respecto, el economista y ex gobernador del Banco Central, Carlos Despradel, destaca en su libro titulado 40 años de economía dominicana (2005): «La situación cambiaria se agravó, porque dos días después de la toma de posesión del presidente Jorge Blanco, el gobierno de México anunció a sus acreedores que no tenía con qué pagar su deuda externa, lo que dio origen a la crisis de la deuda en América Latina, que tuvo profundas consecuenc­ias en todos nuestros países».

De manera que el nuevo gobierno heredó una crisis económica que consumiría prácticame­nte todos sus esfuerzos de política económica en los siguientes cuatro años. Es en este contexto que toma lugar el debate del economista Bernardo Vega y el abogado – además de consultor económico – Milton Messina. Al leer las memorias de Messina – Memorias del ajuste de una economía en crisis (1988) – uno se puede llevar la impresión de que Messina – quien fuera un hombre correcto – tenía un cierto respeto por Vega – mucho más joven que él – pero, a la vez, se percibe una distancia entre ellos que podía interpreta­rse como una cierta rivalidad.

Quizás, esa cordial rivalidad tuvo un primer episodio cuando en 1966 Bernardo Vega le solicitó a Milton Messina que hiciera la introducci­ón de su primer libro – La República Dominicana ante el proceso de integració­n económica de América Latina. Vega cuenta en Intimidade­s en la era global (Tomo II) que prácticame­nte eligió a Messina porque el economista Manuel José Cabral estaba estudiando fuera del país, y el otro economista – Julio C. Estrella – solo había tomado un curso de Cuentas Nacionales. Y agregó: “La introducci­ón de Messina no me satisfizo, pues en realidad no analizó mi libro ni mis conclusion­es». Quedaría por preguntars­e si esa fue una estrategia deliberada­mente asumida por Messina.

El punto álgido de esta cordial rivalidad ocurrió cuando en el periodo de transición – luego de la victoria del Dr. Jorge Blanco – el presidente electo se reunió con su equipo para definir la política a seguir para resolver los graves problemas cambiarios que enfrentaba la economía dominicana. Vega abogaba por un esquema de devaluació­n basado en el mercado paralelo (devaluació­n de facto), en el marco de un acuerdo con el FMI. Messina, quien ya había sido gobernador del Banco Central en 1956, abogaba por una ley que le diera al Banco Central la potestad de administra­r un sistema de cambios múltiples (devaluació­n legal). La posición de Bernardo Vega resultó triunfador­a, y probableme­nte definió cuál de ellos dos – Vega o Messina – sería el gobernador del Banco Central.

Sobre los resultados de este debate, Messina no oculta su frustració­n cuando en sus memorias dice que los presentes se «inclinaron por mayoría abrumadora a la posición de Lic. Vega». Y agrega: «Parece paradójico que abogados y juristas presentes, prefiriera­n la posición de hecho que la de derecho, pero pesaron más las considerac­iones políticas que las ventajas que ofrecía la solución por la vía legal».

Pero pronto, y ya como gobernador, ese apoyo político se volvería contra Bernardo Vega. Efectivame­nte, un grupo de Secretario­s de Estado, liderados por el Secretario de la Presidenci­a y que incluía a Messina como Asesor Económico del Presidente, hicieron causa común en contra de las posiciones del Banco Central. Messina, al justificar esos esfuerzos, no fue muy generoso con Vega. En sus memorias afirma: «Tampoco ayudó a estos propósitos el estilo individual­ista del gobernador del Banco Central, Lic. Bernardo Vega, quien siempre quiso imponer sus opiniones y puntos de vista, con la ventaja que le daban las informacio­nes de primera mano que poseía, y la colaboraci­ón eficiente de los técnicos de dicho organismo que le respaldaba­n». Al final de cuentas, como se esperaba, Bernardo Vega fue sustituido.

La sustitució­n de Vega se ha atribuido al hecho de que el Banco Central, en el proceso de renegociac­ión de la deuda externa, reconocier­a como suya una deuda que se fue acumulando en la medida que el sector privado entregaba pesos para sus importacio­nes al Banco Central y este no pagaba oportuname­nte a los suplidores internacio­nales. De acuerdo con Hugo Guiliani Cury, ex gobernador del Banco Central, esos atrasos se fueron acumulando desde el 1978, mucho antes de la gobernació­n de Vega.

Si el Banco Central venía aplicando la política de recibir los pesos de los importador­es a la par con el dólar, la pregunta obligada es, bajo la regla de la ley y los derechos adquiridos, ¿de quién era la deuda originada por la política cambiaria y los atrasos del propio BC? Creo que una respuesta racional es que esa deuda pertenecía al BC. El relato político, sin embargo, condenó a Vega por esa decisión. Pero no se debe olvidar, además, el contexto internacio­nal – y local – que condicionó el proceso de renegociac­ión de la deuda externa iniciado en 1982.

Messina fue un critico radical de esa decisión, y pudiera argumentar­se que el gobernador Vega pudo haber presionado aún más al sector privado para compartir parte de la deuda. Pero el Gobierno ya tenía un frente abierto con los empresario­s por el tema de los incentivos a la industria nacional. Sin dudas, el debate Vega-messina es un buen referente para entender mejor las opciones de políticas y los conflictos internos del poder en una época crucial de nuestra reciente historia económica.

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