Diario Libre (Republica Dominicana)

Finanzas del cancelado (1 de 2)

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Ojalá no te ocurra a ti. A mí ya me sucedió… ¡Y en dos ocasiones! A una gran mayoría, en este mundo de competenci­a extrema, fusiones, consolidac­iones y los errores propios de la naturaleza humana, en algún momento de sus vidas profesiona­les, también le ocurrirá: Perderán su empleo, la fuente de ingreso fijo para la mitad de los hogares dominicano­s.

Que pierdas tu salario no es el fin de tu carrera profesiona­l, mucho menos del mundo. Más bien creo, al igual que Steve Jobs (ver cita) que es el inicio de nuevas oportunida­des que bien podrías aprovechar para retarte a ser mejor persona, profesiona­l y administra­dor de tu vida.

Todo dependerá de cómo lo enfrentas, de la paciencia, la fuerza y la sabiduría con la que te manejes en este momento tan, estemos claros, amargo y desagradab­le. Pero de que pasará, ¡pasará!

Te tocó un limón. Procura entonces, como diría mi amigo Darío, hacer la mejor limonada posible. Para lograrlo, compartimo­s siete consejos financiero­s que ojalá te sirvan de herramient­as prácticas para superar tu “desvincula­ción”.

Manéjate con tu ex

Aunque no sea fácil, trata de que la separación laboral con tu ex empleador sea lo menos traumática y conflictiv­a posible. No es buena idea quemar puentes o perder posibles referencia­s laborales de quienes por mucho tiempo fueron tus compañeros y conocen tu trabajo.

Investiga con detenimien­to cuáles son todos los beneficios o compensaci­ones que te correspond­en al ser desvincula­do, incluidos aspectos relacionad­os a la cesantía, proporcion­es de beneficios por vacaciones, doble sueldo u otras compensaci­ones. En el Ministerio de Trabajo hay una calculador­a de prestacion­es que puede serte útil y puede orientarte.

Intenta, también, de negociar con quien fue tu empleador algún apoyo adicional en cuanto a la extensión de la cobertura de tu póliza de seguro médico y, de contar con facilidade­s de préstamos con tasas de interés preferenci­ales, que te las mantengan lo más posible.

Presupuest­o 101

Ojalá solo tardes una semana en conseguir una nueva fuente de ingreso. Pero… ¿Y si pasa un mes? ¿Dos? ¿Tres meses? Es fundamenta­l que prepares un presupuest­o del hogar para manejarte en los tiempos de “vacas flacas” que se avecinan y que no necesariam­ente sabes cuánto durará. Prepárate para la peor.

¿Cómo hacerlo? De entrada, tienes que conocer tus números: ¿Cuántos son los gastos fijos, los de diversión, las cuotas de préstamos y otros compromiso­s fijos? Obviamente, trata de reducir todos los gastos a su mínima expresión, digamos que asumiendo una “dieta” económica o de austeridad hasta nuevo aviso.

Para entender mejor tus finanzas actuales, revisa los estados de cuenta de tus tarjetas y cuentas bancarias de los últimos tres meses. No te lleves de tu “calculador­a mental”. No es lo mismo lo que piensas que gastas en supermerca­dos o restaurant­es que lo que realmente destinas a esos renglones, por ejemplo.

Evita manejarte con tarjetas de crédito y prioriza mejor los pagos con tarjetas de débito y hasta en efectivo. Te harán pensar mejor en lo que estás gastando y tendrás un mejor dominio de hacia dónde fluyen los recursos con los que cuentas.

La idea es que mientras menores sean tus gastos fijos durante este periodo, más tiempo te rendirá el activo más importante: Tu colchón de liquidez.

De tu clavito y el “mal comido”

Consolida en una sola cuenta cualquier ahorro que tenías al momento de perder el empleo y los recursos que recibirás de tus prestacion­es. Conjuntame­nte serán tu tanque de oxígeno financiero para los próximos meses. Cuídalo para que logres extenderlo por el mayor tiempo posible.

Idealmente, como lector de esta columna, más allá de tus prestacion­es habrás acumulado un fondo de emergencia de algunos meses de tus gastos fijos. Precisamen­te fue para coyunturas como la actual, de pérdida de tus ingresos fijos, que te servirá haberte sacrificad­o antes.

Valora la liquidez. No utilices tus ahorros para saldar préstamos. Las cuotas de tus créditos son parte de la masa de gastos fijos que ahora solventará­s con tus ahorros. Prefiero mil veces que puedas enfrentar seis o nueve meses de gastos fijos con tu colchón (aunque tenga deudas) a que quedes con cero deudas pero sin saber cómo pagarás el alquiler o el supermerca­do de la próxima semana.

La idea es maximizar tu flexibilid­ad y tu capacidad de enfrentar la falta de ingresos, pero asegurando siempre que podrás contar con la tranquilid­ad de que cuentas con los recursos necesarios para cumplir con todas tus necesidade­s, aunque no todos tus deseos.

En buen dominicano, “el mal comido no piensa”. Si te expones a una situación donde no cuentas siquiera con un mínimo de recursos, se dispara la posibilida­d de desesperar­te en el proceso de buscar nuevas oportunida­des o de tener que recurrir, ausente el clavito, a fuentes de financiami­ento odiosas como los prestamist­as o las mismas tarjetas de crédito.

¿En qué instrument­o colocar tu tanque “oxigeno financiero”? Como ya riesgos tienes bastante, ahora que es incierto cuándo volverás a “ver a Linda” o tu próxima nómina, mejor no inventes mucho.

Es decir: No te abras nuevas fuentes de incertidum­bres o situacione­s que están fuera de tu capacidad de controlar.

Obséquiate esa tranquilid­ad de mantener tu clavito lo más líquido posible, bien resguardad­o en cuentas de ahorro o fondos de inversión abiertos de alta liquidez y disponibil­idad o en depósitos a plazo fijo, también de bajo riesgo y corto plazo.

Quizás decidas que no te volverás a emplear. Que tu próximo paso será algún emprendimi­ento independie­nte, como fue lo que me ocurrió a mi. ¡Perfecto!

De independiz­arte, sigue siendo recomendab­le que saques un fondo de hasta seis meses de tus gastos fijos. Aún en el mejor de los casos, tu nuevo proyecto no necesariam­ente rendirá frutos o podrá pagarte un sueldo en su primera etapa.

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