En la loma

Hace ya unos años, un lector acudió a Diario Libre a denunciar el corte indiscriminado de guaconejo y contrabando hacia Haití que él había constatado en la frontera. No le dimos el seguimiento que merecía el tema, y eso fue un gran error. Quizá hubiéramos logrado entonces, con la denuncia, más respuesta oficial que la que estamos consiguiendo hoy.

Las pilas de guaconejo que Diario Libre ha filmado parecen invisibles para los responsables de detener el corte y el contrabando de esta madera. Pero... ¿es ilegal comerciar con la madera de guaconejo?

No, con determinadas condiciones que, como comprobó Diario Libre, simplemente no se cumplen.

Lo más sorprendente es que cualquiera en la zona sabe que se está cortando el palo verde (está prohibido), que se apila, que la incautación por parte de las autoridades facilita a los depredadores que se la bajen de la loma y que lo que ve Diario Libre... lo debería ver el Ministerio y actuar con bastante más diligencia que la que muestra por el momento.

Los hornos de carbón siguen apareciendo, como heridas crueles en el suelo. Se lee en ellos historias de pobreza, de devastación ambiental, de inacción oficial, de futuro estéril, de tierra quemada...

Mientras, los científicos alertan de que el cambio climático avanza más rápido y con peores consecuencias de las previstas. Aquí, las autoridades miran a los ambientalistas más como enemigos que como aliados, cuando son los ojos que recorren palmo a palmo las costas y las lomas, los que saben lo que pasa y lo documentan, los que tienen claro el riesgo que corremos si no nos tomamos el problema más responsablemente. Mientas, en la frontera, no se puede parar un contrabando que está a la vista... si se quiere ver.