Bienes específicos

Aunque por su precio están fuera de los presupuestos de gran parte de las familias dominicanas, uno de los juguetes más interesantes son los conjuntos fabricados por la empresa danesa Lego. E interesante es también la forma en la que esos conjuntos han evolucionado. En su origen los Lego estaban compuestos mayormente por bloques genéricos, con los que los niños podían armar una enorme variedad de escenas y edificaciones. Con el paso del tiempo los conjuntos se fueron especializando. El porcentaje de piezas específicas aumentó. La compañía adquirió licencias de películas y personajes famosos. Y fueron predominando diseños en torno a temas de actualidad, perdiendo terreno los motivos no vinculados a ellos.

La evolución de Lego revela un proceso presente también en muchas otras esferas de la economía. Puesto en términos sencillos, la creación de productos con características específicas es un buen negocio. Permite aprovechar las tendencias de la moda, aplicar tecnologías avanzadas, desarrollar lealtades en los consumidores, promover identidades corporativas, segmentar mercados, reducir la competencia, beneficiarse de éxitos pasados, fomentar productos relacionados, y ampliar ventajas comparativas sobre otros fabricantes.

La mayor amenaza a ese proceso en años recientes fue China, y ésa es una de las razones por las que su competencia es tan temida por empresas de otros países. Su oferta de productos genéricos alcanzó a prácticamente todos los sectores, arrinconado a compañías que habían invertido tiempo y dinero en el desarrollo de sus marcas específicas. Sólo bienes muy sofisticados pudieron escapar de los efectos. Los beneficiarios fueron los consumidores, pues les fue posible liberarse de la hegemonía de bienes cuyo carácter específico era un espejismo resultante de artificios publicitarios.

Pero los procesos económicos son persistentes, y ya las empresas chinas están creando sus propias ofertas específicas.