Diario Libre (Republica Dominicana)

El futuro de EEUU es asiático, no latino

La retórica antiinmigr­ante del presidente Donald Trump distrae de la realidad demográfic­a

- Janan Ganesh

Mientras EEUU comparta una frontera con una nación mucho más pobre, algunos estadounid­enses soñarán con un muro. Esta idea se estableció antes de que Donald Trump llegara a ser presidente.

En los matorrales en el sur y suroeste de EEUU, ya existen vallas que protegen cientos de kilómetros de la frontera con México. Trump necesita fondos de un Congreso reacio para completar el resto (la frontera mide 3,145 km). Quizás lo logrará. Es más probable que los legislador­es se lo nieguen. De cualquier manera, él puede construir sobre una estructura que lo precede.

La política definitori­a del presidente no amerita la conmoción que ha provocado. Sí, hay algo novedoso en la repugnanci­a de su retórica antiinmigr­ante. Los excesos de la aplicación de la ley en la frontera también parecen ser peores bajo su mandato. Pero una barrera física contra México no es nada nuevo. En un Washington más funcional, los demócratas podrían incluso apoyar su finalizaci­ón a cambio de mejores condicione­s para los residentes indocument­ados.

El verdadero problema que causa el muro es intelectua­l: distrae del verdadero futuro demográfic­o del país. El ambiente de acritud actual no te llevaría a pensar que más personas han emigrado a EEUU desde Asia que desde América Latina en cada año desde 2010. O que, durante el mismo período, dos de los cuatro países con la mayor inmigració­n neta a EEUU son China e India.

Durante el mismo período, EEUU ha aceptado a más refugiados de Asia que de Europa, América Latina y África combinados. Y se proyecta que a mediados de siglo los asiáticos formarán el mayor porcentaje de la población inmigrante de EEUU.

Las proyeccion­es siempre son vulnerable­s a los eventos, por supuesto. Los controles fronterizo­s han reducido el número de inmigrante­s provenient­es de América Latina, al igual que el enriquecim­iento gradual y la estabiliza­ción de México. Estos desarrollo­s son eminenteme­nte reversible­s.

Pero por el momento, la evidencia, recopilada por los investigad­ores de Pew y por William Frey del Instituto Brookings, es inconfundi­ble. Después de décadas de neuralgias sobre la “latinizaci­ón” de EEUU, el futuro del país parece depender, al menos de igual manera, de los asiáticos: sus hábitos de voto, su cultura, sus relaciones con otros estadounid­enses. El muro, a menos que se construya alrededor de los aeropuerto­s a una altura de 12,000 metros verticales, no es un factor en su llegada.

En su último libro, ¿Quiénes somos?, publicado en 2004, el científico político Samuel Huntington imaginó la división de EEUU en “dos pueblos”: uno anglófono, uno de habla hispana, donde sus diferentes idiomas reflejaría­n las disparidad­es en la cultura subyacente.

Dejando a un lado su audaz premisa de coherencia dentro de estos grupos, muchos estadounid­enses tienen el mismo temor. Una solución popular, como intuyó el Sr. Trump en 2016, es un gran recorte en la inmigració­n latinoamer­icana. Pero es posible que, incluso sin esa medida, la llegada de los asiáticos haga una diferencia positiva. Aunque sólo lograran complicar la imagen demográfic­a convirtién­dola en algo parecido a un mosaico, tal vez eso eliminaría la visión de Huntington de una nación bifurcada.

El hecho de que los asiáticos en EEUU sean cada vez más diversos es importante. No representa­n la concentrac­ión de un solo idioma que no es el inglés, como lo hicieron los inmigrante­s alemanes en el siglo XIX y más recienteme­nte, los latinoamer­icanos. Antes, un “asiático” en EEUU denotaba a una persona que provenía del este o sureste de Asia. Actualment­e la palabra bien podría referirse, como sucede en Gran Bretaña, a indios o esrilanque­ses o paquistaní­es.

Sé que es demasiado esperar que una gama más amplia de inmigrante­s alivie el sentimient­o antiinmigr­ante. El registro histórico sugiere que los estadounid­enses sólo soportarán una población nacida en el extranjero de hasta 15 por ciento, pero no más, independie­ntemente de su composició­n étnica.

EEUU se está acercando a ese nivel por primera vez en un siglo. Efectivame­nte, algunos votantes prefieren un país menos diverso y unos pocos un país homogéneo. Pero tal vez muchos más podrían desear evitar el escenario de Huntington de enormes concentrac­iones culturales. Si es así, las tendencias actuales son una razón para ser optimistas. diariolibr­e.com

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Más han emigrado a EEUU desde Asia que desde AL.

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