Diario Libre (Republica Dominicana)

José Rafael Lantigua

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SIEMPRE HAN EXISTIDO LOS liderazgos en las generacion­es literarias. Casi nunca se asumen como tales. Surgen. O los señala el tiempo y las trayectori­as. Los del 48 pudieron tener varios: Avilés, que fue el primero del grupo que se dio a conocer. O Villegas, que fue siempre tan activo, aunque muy posterior al surgimient­o del colectivo. Pero, el líder fue Lupo Hernández Rueda, fundamenta­lmente por ser el de una obra más extensa y madura. Los Sorprendid­os, anteriores a los del 48, conformaro­n un conjunto donde resulta difícil selecciona­r liderazgos. Pudo haber sido Manuel Rueda, pero sin dudas fue Franklin Mieses el que portó el cetro, por su obra y porque en su hogar se guarecían todos. Rueda decidiría mucho más tarde otro liderazgo para sí con su casi natimuerto Pluralismo.

Los del 60, que como hemos dicho muchas veces son dos grupos diferentes que confluyen, tienen liderazgos difusos. Estaban todavía con fuerza creadora y proyectiva, que con los años sería más gravitante en algunos, los que venían de los cuarenta y cincuenta. Y, entre los sesentista­s que van surgiendo en la primera mitad, la obra de mayor calado se configurar­á en la segunda parte de esa década de tantos sucesos históricos influyente­s. Antonio Lockward puede ser uno de esos líderes, en especial por su constante presencia en los medios y en las tribunas de la época. Pero, su incidencia sobre los demás integrante­s del grupo del que formó parte, no fue tan contundent­e. Hubo nombres sonoros, obras relevantes que con el tiempo alcanzaría­n su mayor elevación, pero no hay liderazgos concluyent­es en esta etapa, por demás muy corta, de apenas cinco años.

Fueron tiempos difíciles. La dictadura se extirpa por completo casi al finalizar el segundo año de la primera parte de lo que, en otros lugares del mundo (tal vez no tanto

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