Narcotráfico y sicariato: será peor

Los dominicanos estamos asistiendo a una nueva modalidad del crimen que es una consecuencia directa del deterioro en el orden público, la impunidad con la que opera la delincuencia, el auge del narcotráfico, la facilidad de las comunicaciones y las condiciones socioeconómicas y culturales en que viven determinados segmentos de la población dominicana.

Anteriormente, los muertos de enero y febrero eran atribuidos a una conspiración para cambiar al jefe de la Policía. Se calentaba el ambiente con muertes, algunas de ellas brutales, para dar la impresión de que se desmoronaba el orden y que había que hacer cambios.

Ahora, el sicariato es una realidad cotidiana presente en cualquier lugar de la geografía nacional.

El sicario es el que mata por encargo, es decir, por dinero o para salvaguardar a la banda o al grupo delincuencial. Tradicionalmente, los sicarios que operaban aquí eran extranjeros que luego de cometer los hechos escapaban del país.

Lamentablemente, ya tenemos sicarios criollos que operan con letal eficiencia y que, en muchos casos, cuentan con la complicidad de estamentos militares y policiales y que constituyen una especie de fuerza de choque o ejército privado al servicio del narcotráfico y para saldar cuentas.

La mayoría de los integrantes de esa fuerza de choque son jóvenes de barrios que no ven una mejor oportunidad de vivir con lujo que el crimen. Así como no valoran la vida de otros, tampoco valoran la suya.

Estamos cosechando hoy lo que sembramos en impunidad ayer. Y parece que mañana será peor.