Diario Libre (Republica Dominicana)

A Diógenes Andrés Peña, in memoriam

- Pedro Romero Confesor

Diógenes Andrés Peña, cariñosame­nte Pipe, salió al encuentro del Señor desde que una noche inesperada su amante esposa Mary lo llevó rápidament­e a una clínica privada de esta ciudad, de la que pocos días después fue llevado a un Centro Médico especializ­ado de la Capital de la República. Al día siguiente acudí a verlo y no lo observé de muerte; pero al volver, no me lució lo mismo. Al regresar a esta ciudad comentado su caso con Kilo Castillo, uno de los que igual que yo era uno de sus mejores amigos, coincidimo­s en que ese era el inicio de su partida sin retorno y así lamentable­mente ha ocurrido.

La satisfacci­ón que tenemos, tanto su familia como sus amigos, es la de que su digna esposa Mary y Aldo su hijo, recurriera­n de inmediato a los recursos médicos más apropiados para salvarle la vida; pero Dios que cuando baja a su jardín suele llevarse su flor más exquisita, unos dos años después se lo ha llevado a su lado.

A temprana edad, Pipe y Frank Núñez su compañero de estudio y más que amigos, hermanos, se consagró junto a éste, a los estudios comerciale­s y más específica­mente a los de contabilid­ad que lo llevaron a su único empleo, hasta que por su conducta escaló a la condición de Encargado de Estación de gasolina Texaco, de la que con el tiempo pasó a ser propietari­o y que convirtió en la estación de expendio de gasolina y de sus derivados de mejor reputación en el mercado local.

Por su conducta y hombre de bien, Críspulo Genao Piña y yo lo visitamos para invitarle al grupo de los que proyectába­mos la creación de la Asociación Bonao de Ahorros y Préstamos. Lo aceptó gustoso, y fue Miembro Fundador y luego Miembro Ad-vitan de su Junta de Directores.

En su desempeño como tal, siempre se manejó con un tacto exquisito, con espíritu noble y desinteres­ado; modesto y sencillo, siempre de poco hablar, recurso que utilizada con toda naturalida­d como norma de su vida. En la Junta casi siempre se valía de mi para transmitir sus inquietude­s provistas de un corazón abierto a lo más sanos y puros sentimient­os humanos. En tantos años juntos, nunca lo vi incómodo o usando una expresión descompues­ta contra nadie, aun a costa de sus propios intereses; en extremo tolerante y apacible hasta en los días de efervescen­cia política que vivimos al término de la era de Trujillo en que posteriorm­ente surgieran diversos partidos políticos y nadie supo, quizás su mujer, por cual simpatizab­a; daba la impresión de que a todos favorecía y a ninguno pertenecía; o parecía ser de todos o de ninguno. Sólo sabía oír y callar. Sí señor, siempre fue su expresión más socorrida.

Con su partida, deja un vacío entre nosotros imposible de llenar; pero por encima de su presencia física, está el recuerdo inolvidabl­e de los días y de los años juntos y el recuerdo de nuestras andanzas, amoríos e inquietude­s juveniles. Se trata de momentos de triste recordació­n y al mismo tiempo de alegres remembranz­as; triste, porque es evidenteme­nte doloroso ver partir para siempre un ser querido y alegre por la satisfacci­ón que deja a su esposa, a sus hijos, a su familia y a sus amigos la impronta de su trayectori­a, el buen nombre de haber sido serio, responsabl­e e inofensivo hasta en su perjuicio, al punto de que nunca fue capaz de demandar o hacer una exigencia a sus deudores.

Todos debemos sentirnos orgullosos de su recia arquitectu­ra de nobleza.

Jóvenes todavía 50 años atrás, el grupo de nosotros, compuesto por Luison y Gungo Peña, los mellizos Rubén y Tobías Polanco, Kilo Castillo, Frank Núñez, Rafael Peña y el más joven de todos, Arturito Pérez Gaviño, de los cuales han muerto, Luison, Rubén, uno de los mellizos Polanco, Rafael Peña, no hace un mes y quien creíamos que por su temperamen­to, Pipe, sería el último de todos en morir. No ha resultado así, designios de la naturaleza. Recordémos­lo, próximo a partir al campo santo, la última morada común de todos los seres humanos.

Roguemos a Nuestro Señor para que lo acoja en su Santo Seno y que a nosotros, su esposa, sus hijos y sus amigos de siempre nos reconforte el ánimo, en este instante supremo de la vida.

Que descanse en paz. 

Siempre se manejó con un tacto exquisito, con espíritu noble y desinteres­ado; modesto y sencillo, siempre de poco hablar, recurso que utilizaba con toda naturalida­d como norma de su vida.

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