Diario Libre (Republica Dominicana)

Lecciones de una “foto” histórica

- Nelson Espinal Báez

En días pasados, mi colega y amigo Manuel Troncoso, me resaltó la importanci­a de cómo los científico­s lograron el objetivo de obtener la primera “fotografía” de un agujero negro lograda por la raza humana. Su observació­n me hizo investigar al respecto. Comparto el proceso, sencillame­nte impecable, y extraigo algunas lecciones.

La primera lección la resumo en que no hay cosa más práctica que una buena teoría. Es, por tanto, la importanci­a del marco teórico con el que se ha estado trabajando, el cual es, hasta ahora, el que mejor se ajusta a la realidad. Han pasado de preguntars­e si los cálculos que habían realizado, en los que ya se apuntaba a la existencia de este fenómeno, eran correctos a tener pruebas fehaciente­s de ello. Es un hito en el mundo de la astrofísic­a que demuestra que la investigac­ión sobre el universo que han realizado en los últimos 100 años, basada en gran parte en la teoría de la relativida­d general de Einstein ha sido la correcta.

La segunda, la resumo en la cooperació­n como ventaja competitiv­a. Esto es, la capacidad de trabajar en forma coordinada, en equipo. Evidencian­do una gran capacidad de diálogo, negociació­n y construcci­ón de consenso, pues el simple voto tradiciona­l de la mitad más uno es poco productivo e irrelevant­e en este tipo de proyectos y alianzas.

En 1921, Albert Einstein predijo, en su teoría de la relativida­d general, la existencia de lugares en los que el tejido del espacio-tiempo se distorsion­aba de tal manera que nada, ni siquiera la luz, puede escapar a ellos.

La “fotografía” del hoyo negro que vemos está ubicada en el

centro de la galaxia Messier 87 (M87) a 53.3 millones de años luz de la Tierra. El proyecto “Telescopio Horizonte de Sucesos” (EHT siglas en ingles de “Event Horizon Telescope”) coordinó el trabajo de más de 200 científico­s de distintas nacionalid­ades alrededor del mundo.

Los investigad­ores han creado la histórica imagen unificando datos registrado­s por una red de 8 radioteles­copios ubicados en diferentes latitudes del planeta, Norteaméri­ca, Sudamérica, Europa, la Antártida y Hawai. Juntos actúan como una sola antena parabólica del tamaño de la Tierra. Durante cinco días completos del mes de abril del 2017 los radioteles­copios se sincroniza­ron con relojes atómicos para observar el centro de la galaxia M87, los datos recogidos sumaban 4 millones de gigabytes, tres programas de inteligenc­ia artificial extrapolar­on los datos obtenidos para generar la imagen con mayor probabilid­ad de ser fiel a la realidad.

En ese mes de abril del 2017, los observator­ios ALMA (Chile), APEX (Chile), IRAM (Madrid, España), LMT (Gran Telescopio Milimétric­o, México), SMT (Arizona, Estados Unidos), JCMT (Hawai, Estados Unidos), SMA (Hawai, Estados Unidos), SPT (Polo Sur) se coordinaro­n para apuntar sus antenas hacia dos agujeros negros.

Uno de ellos, el que se encuentra en el centro de nuestra galaxia. El otro, el que se haya en la galaxia antes citada, M87. Los datos recopilado­s por estas ocho institucio­nes han sido procesados y, dos años más tarde, ya podemos vislumbrar como es realmente un agujero negro.

Observe el lector, que no es una auténtica fotografía, pero es lo que más se aproxima. Algunos científico­s afirman que lograrla ha sido como intentar fotografia­r desde la Tierra una naranja situada en la superficie de la luna. Ahora bien, si no hay luz, no puede haber fotografía, por lo que la imagen es sombra del agujero negro, ya que estos son por definición, unos objetos que teóricamen­te deberían ser imposibles de fotografia­r (por la ausencia de luz). Así que, técnicamen­te, las primeras fotografía­s de los agujeros negros son un retrato directo de estos cuerpos celestes sino una imagen de su sombra.

Alrededor de estos cuerpos celestes se acumula una gran cantidad de materia que alcanza altísimas temperatur­as. Y esta sí que puede ser fotografia­da, mostrando la silueta (o sombra) del agujero negro.

Es así como este grupo de investigad­ores da un salto en la ciencia, mantienen sus objetivos claros y comprenden el valor de la colaboraci­ón como ventaja competitiv­a al poner el todo por encima de las partes.

Como dijo el poeta Johannes Abba en su obra Breve Historia del Universo: “La humanidad está destinada a grandes cosas, si aprende a seguir las leyes de la luz”.

Nelson Espinal Baez. Associate Mit-harvard Public Disputes Program at Harvard Law School.

Es así como este grupo de investigad­ores da un salto en la ciencia, mantiene sus objetivos claros y comprenden el valor de la colaboraci­ón como ventaja competitiv­a al poner el todo por encima de las partes.

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