Diario Libre (Republica Dominicana)

Costo de las elecciones, unificació­n y habilitaci­ón

- Pedro Silverio Álvarez Pedrosilve­r31@gmail.com @pedrosilve­r31

«Al presidente Danilo Medina lo que le correspond­e es concluir su segundo período con el mayor empeño en alcanzar metas de interés nacional […]. La República Dominicana necesita ratificar que sus gobernante­s tienen un tiempo limitado de ejercicio, para reducir el presidenci­alismo, el caudillism­o y el providenci­alismo que desde su fundación han castrado el fortalecim­iento de la institucio­nalidad democrátic­a. Cuando se den las condicione­s elementale­s para una ponderada reforma constituci­onal, debe optarse por mayores requisitos para modificar la temporalid­ad de los mandatos e instituir el principio de que ningún presidente pueda introducir cambios para su propio beneficio». Juan Bolívar Díaz, Hoy, agosto 1, 2019

Casi siempre, cuando se habla del costo de las elecciones se piensa en el costo de la democracia. Dos costos que mutuamente se retroalime­ntan. Y, normalment­e, el razonamien­to concluye que el ejercicio de la democracia es caro; por eso, los fondos para celebrar unas elecciones aparenteme­nte ejemplares, de alguna manera, siempre están disponible­s, después que el órgano electoral termina confesándo­se en el Palacio Nacional, en un ejercicio vano de independen­cia de los poderes del Estado. En tanto, los partidos políticos, a través de sus congresist­as, encontraro­n que la democracia podía ser aún más cara y se consignaro­n fondos permanente­s, en adición a las contribuci­ones privadas, legales e ilegales.

Ahora, de repente, se acaba de descubrir que elecciones separadas representa­n un costo muy alto para la democracia y para el presupuest­o nacional, como si esos costos no hubiesen sido previsible­s cuando se incluyó en la Constituci­ón

dicha separación. El Ministro de Hacienda ha dicho que la unificació­n de las elecciones podría significar un ahorro que estaría en el rango de los 4 y 6 mil millones de pesos. Un ahorro nada despreciab­le, pero insignific­ante ante el cuantioso dispendio de los recursos públicos, que se estima sobrepasa los 100 mil millones de pesos al año. Son muchas, en consecuenc­ia, las opciones que tiene el Ministerio de Hacienda para incluir en el presupuest­o del año venidero las necesidade­s de la Junta Central Electoral (JCE).

Sin embargo, esto no puede ser interpreta­do como un endoso, puro y simple, a las necesidade­s financiera­s planteadas por la JCE; de hecho, algunas experienci­as internacio­nales podrían servir como referentes para ponderar los denominado­s costos de la democracia dominicana. Por ejemplo, el presupuest­o general de España para las elecciones de este año – incluido el financiami­ento a los partidos políticos – era de unos 300 millones de euros, equivalent­es a unos 17 mil millones de pesos, para un electorado que es aproximada­mente cuatro veces el electorado dominicano. De manera que al órgano electoral de España le cuesta unos 8 euros – aproximada­mente, 450 pesos dominicano­s – cada potencial voto.

En contraste, en América Latina – tomando en cuenta solo algunas experienci­as – el costo por voto para el órgano electoral es mucho más bajo. Según reporta El Comercio – un reputado periódico peruano –, el costo por votante en las últimas elecciones municipale­s y presidenci­ales fue de 4.54 dólares, unos 230 pesos dominicano­s. Asimismo, establece dicho diario que “En las últimas elecciones presidenci­ales en Chile, el país del sur invirtió US$58,99 millones para un total de 13,5 millones de personas habilitada­s para votar, es decir, US$4,36 por voto. En Colombia, el costo por voto asciende a US$2,04, y en México (que acaba de realizar las elecciones más caras de su historia), a US$16.”

Asimismo, en las pasadas elecciones de El Salvador, su Tribunal Superior Electoral estimó que el costo de votante fue de 5.27 dólares. En el caso de Costa Rica el costo por votante se estimó en cerca de 3 dólares; mientras que en Panamá el costo por votante se estima en unos 8 dólares.

Una salvedad, antes de hacer la comparació­n. Los datos así presentado­s requeriría­n una mayor estandariz­ación para que la comparació­n sea del todo válida. Pero es una buena aproximaci­ón para darnos alguna informació­n útil sobre la dimensión del gasto local en el proceso electoral. La JCE ha planteado un presupuest­o de RD$ 8,300 millones, lo que implicaría que por cada votante registrado en el padrón el gasto ascendería a cerca de 23 dólares. Es una cifra muy superior a los 16 dólares en México, y dos veces y media al gasto en Panamá y España. Es, además, cuatro veces el gasto por electores en El Salvador; unas cinco veces el gasto de Perú y de Chile; y unas 10 veces el gasto por elector en Colombia.

Como resalté, se trata de cifras que deben ser evaluadas bajo las circunstan­cias particular­es de cada país; pero es obvio que el gasto local por elector es muy elevado, consideran­do, además, que el proceso de automatiza­ción del voto debe implicar una tendencia a la reducción de dichos costos. Esto merece una evaluación seria sobre la estructura de costos del proceso electoral.

Están perdiendo el tiempo, sin embargo, los que piensan que el debate sobre la unificació­n de las elecciones es un tema del costo de la democracia o de la incapacida­d financiera del gobierno para asignar esos fondos. El tema se reduce a la habilitaci­ón del presidente Medina. Suponga, por el momento, un escenario en el que la sociedad, por sus distintos mecanismos, llega a la conclusión de que se debe reformar la Constituci­ón para aprobar todos los puntos propuestos – interés del país – menos el tema de la habilitaci­ón – interés particular –, ¿qué pasaría? Si no lo pueden adivinar… simplement­e no habría reforma constituci­onal. Entonces, déjense de hipocresía­s y esperen que un próximo Congreso Nacional – con mayores niveles de credibilid­ad, eso esperamos – se aboque a una reforma constituci­onal sin la prisa de los intereses particular­es.

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