Diario Libre (Republica Dominicana)

Comienzan guerras entre servicios de entrega de alimentos

Los trastornos reflejan la llegada de competidor­es acaudalado­s a un mercado altamente fragmentad­o

- Richard Waters

Están comenzando a revelarse las presiones sobre algunas de las aplicacion­es más débiles, lo cual ha provocado los primeros indicios de fusiones. Pero esto parece ser apenas el comienzo de una larga y costosa batalla para satisfacer el apetito del mundo, y habrá muchas pérdidas en el camino.

Los servicios europeos de pedidos y entrega en línea Just Eat y Takeaway.com confirmaro­n el pasado fin de semana planes para combinar sus negocios. Esta semana, ambas compañías revelaron una disminució­n de las ganancias a causa del aumento de la competenci­a, pues los rivales están recurriend­o a los subsidios para ganar clientes.

En EEUU, Grubhub — que, al igual que Just Eat, comenzó como un servicio de pedidos de alimentos en línea antes de desarrolla­r su propia operación de entrega en respuesta a una oleada de nuevos competidor­es — se ha debilitado tras sufrir presiones similares. Sus acciones subieron un 7 por ciento el lunes debido a las esperanzas de fusión, pero perdieron casi un 15 por ciento posteriorm­ente, mientras la compañía también advirtió de una disminució­n de sus ganancias.

Estos trastornos reflejan la llegada de competidor­es acaudalado­s a lo que es aún un mercado altamente fragmentad­o. Siguiendo el modelo de Uber, por ejemplo, Doordash en EEUU ha estado recaudando fondos, logrando hasta ahora casi US$2 mil millones desde principios del año pasado. La teoría es brutalment­e simple: recaudar y recibir más subvencion­es que los rivales con menos capital para ganarse a los comensales y convertirs­e en el mercado de entrega dominante. Doordash ya ha superado a Grubhub y se ha convertido en líder en EEUU.

Podría vencer a Uber en su propio campo. Con poco crecimient­o en su negocio de transporte privado, Uber todavía depende mucho del negocio de Uber Eats para demostrar que puede ser una compañía en crecimient­o. Pero su decepciona­nte oferta pública inicial ha cambiado la ecuación, y ha enviado el claro mensaje de que la tolerancia de Wall Street a las pérdidas no es infinita.

Algunos de los mayores inversioni­stas de los mercados privados han estado haciendo fila para invertir dinero en las aplicacion­es de entrega: Temasek, el instrument­o del gobierno de Singapur, y Naspers, el grupo de inversión sudafrican­o, que encabezó una ronda de US$1 mil millones para Swiggy en India y US$500 millones para ifood en Brasil. Y parece que a Softbank — como de costumbre — le satisface invertir en varios rivales a la

vez: su Vision Fund ha apoyado tanto a Uber como a Doordash, además de la inversión de US$1 mil millones que ha hecho en la compañía de entregas latinoamer­icana Rappi este año.

Otros incluyen a Amazon, que clausuró un fracasado servicio de entrega en EEUU y ahora, según se informa, está intentando incursiona­r en India, mientras espera la aprobación regulatori­a para una gran inversión en Deliveroo.

Los entusiasta­s afirman que el mercado de entrega de alimentos igualará o incluso superará en magnitud al del servicio de transporte privado. Según un gran inversioni­sta en el sector, los márgenes también parecen mejores, particular­mente en sitios alejados de las grandes ciudades, en los suburbios y en los pueblos donde una mayor proporción de familias conlleva mayores pedidos.

Por supuesto, los márgenes dependen de lo que los clientes estén dispuestos a pagar, ya sean restaurant­es (para los que las aplicacion­es de entrega representa­n una fuente valiosa de clientes adicionale­s para ayudar a cubrir los costos fijos) o comensales (quienes pagan tarifas por la comodidad).

Los restaurant­es tendrán que luchar para mantener la ventaja y evitar convertirs­e en víctimas de nuevos agregadore­s digitales, como lo fueron las empresas discográfi­cas, los minoristas o los periódicos antes que ellos. Las cadenas más grandes comenzaron firmando acuerdos exclusivos con las compañías de entrega, pero parecen estar reconsider­ando esa estrategia. Al igual que con todas las tiendas digitales, probableme­nte los restaurant­es más pequeños y con menos reconocimi­ento de marca sean los más perjudicad­os.

El poder de negociació­n para los agregadore­s se deriva de su tamaño. Eso garantiza que se gastará muchísimo dinero en las entregas subsidiada­s — y los felices comensales podrán disfrutar de muchos más alimentos subsidiado­s — antes de que se tranquilic­en las cosas.

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FUENTE EXTERNA La presión a las compañías pequeñas lleva a las fusiones para competir.

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