Diario Libre (Republica Dominicana)
Acumulación de tensiones
En algún momento todos hemos observado a otras personas reaccionar violentamente ante hechos que en apariencia no lo ameritan. Y es probable que nos haya sucedido a nosotros también. Un pequeño agravio, una expresión despectiva, una descortesía o el rechazo de una sugerencia provocan respuestas que lucen ser desproporcionadas.
En los procesos sociales de vez en cuando se producen hechos similares. Dado que esos procesos surgen de las actitudes y comportamientos de personas, no es extraño que reacciones al parecer exageradas puedan ocurrir también en contextos colectivos. Es posible, por lo tanto, que descontentos acumulados hagan explosión debido a que un evento, que por sí solo no la hubiera motivado, se suma a otras causas de irritación y fragmentación social.
Objeto de envidia de parte de sus vecinos latinoamericanos, Chile muestra notables avances económicos e institucionales. A su estabilidad democrática se añaden sus logros en educación, infraestructura e ingreso personal para hacer del país un éxito singular en nuestra región, en la que padecemos de una interminable secuencia de adelantos y retrocesos. Por esa razón, para los que lo vemos desde fuera, nos resultan sorprendentes, casi incomprensibles, los severos disturbios marcados por enfrentamientos, muertes, asaltos, saqueos, incendios y atentados contra propiedades públicas y privadas, todo en apariencia provocado por un alza en las tarifas del transporte que el gobierno revocó posteriormente, sin que dicha revocación pusiera fin de inmediato a la violencia.
Pero recordemos que en la economía, como en la cosmografía, todo es relativo. Somos pobres o ricos, o privilegiados o marginados, en comparación con quienes nos rodean. Y la prosperidad de Chile alberga un lado oscuro, representado por fuertes desigualdades en cuanto a la riqueza, el control del capital, las oportunidades y los servicios de calidad, con su secuela de tensiones listas para detonar. ●