Diario Libre (Republica Dominicana)
Obsequios valorados
La conmemoración de la Nochebuena debe servir para renovar los vínculos con parientes y amigos, y olvidar diferencias
Esencialmente una ocasión familiar, menos exuberante que la fiesta del 31 y la llegada del año nuevo, la conmemoración de la Nochebuena debe servir para renovar los vínculos con parientes y amigos, olvidar diferencias y reflexionar sobre nuestro rol en la vida, tanto la propia como la de los demás.
Hace algunos años, en el curso de una reunión, alguien dijo que para poder ser generoso era preciso disponer de dinero. Desde su punto de vista, podíamos albergar los sentimientos más altruistas y los mejores deseos de ayudar a otras personas que lo necesitaban, pero no podríamos lograr gran cosa si no contábamos con los recursos para materializar nuestras buenas intenciones. Establecía de ese modo un vínculo entre una holgada situación económica y la generosidad. La primera no garantizaba que la segunda se manifestara, pero la hacía posible.
A pesar de esa opinión, aparentemente muy lógica, estudios acerca del comportamiento de las personas y sus reacciones ante la recepción de obsequios ponen de relieve que la satisfacción y el agradecimiento no dependen del valor de los objetos involucrados. Por supuesto, un gran regalo que nos permita salir de un grave aprieto financiero, o que nos dé la oportunidad de disfrutar del uso de un electrodoméstico, hacer un viaje, o adquirir o un vehículo o una propiedad, será evidentemente muy apreciado y probablemente hará que nos sintamos en deuda con nuestro benefactor. Pero eso no descarta que objetos o servicios más modestos puedan ser también muy oportunos y apreciados.
De las evaluaciones llevadas a cabo se concluye que el toque personal es un factor clave en el asunto. Se tiende a valorar más aquellos obsequios que entendemos han requerido que quienes nos los dan hayan invertido tiempo en ponderar nuestras preferencias, confeccionar o empacar los productos, individualizarlos de algún modo, y que su motivación sea genuinamente agradarnos y no simplemente cumplir con una costumbre o una formalidad.