Diario Libre (Republica Dominicana)

El jefe de Bank of America se enfoca en recordar la crisis financiera

El director ejecutivo Brian Moynihan quiere asegurar que su banco no olvide los errores del pasado

- Laura Noonan y Robert Armstrong

Diez años después de asumir su función como líder de Bank of America y tras un cuarto de siglo en el mundo de las finanzas, Brian Moynihan lo ha visto todo. Los mejores momentos de las bonanzas, las dramáticas profundida­des de la recesión de la década de 1990, que él describe como su “escuela de posgrado”, y los días aún más oscuros de la crisis financiera y los despidos que vinieron después.

Él enfrenta un nuevo desafío conforme se adentra en la próxima década: garantizar que ni él, ni su equipo directivo, ni los numerosos empleados de su fuerza laboral de 200,000 personas que sólo han conocido los buenos tiempos, olviden las lecciones de las crisis del pasado a medida que desarrolla­n sus carreras en la década (y siguen sumándose) de continuo crecimient­o económico de EEUU.

“Una de las grandes interrogan­tes para nuestra industria es que ahora tenemos un número sustancial de nuestra base de empleados que no conocieron la crisis”, dice. “Y entonces hay que pensar en cómo lograr que esos compañeros de equipo entiendan todo lo que sucedió sin parecer, ya sabes, que los estás sermoneand­o”.

El Sr. Moynihan, quien afirma tener lazos estrechos con sus “compañeros de equipo”, combate la complacenc­ia con un paquete especial de “lecciones aprendidas” que Bank of America pone a disposició­n de sus ejecutivos. El objetivo es “recordarno­s que los errores que se cometieron, fueron cometidos por personas muy inteligent­es que pensaron que estaban haciendo lo correcto”. También intenta ser “paciente” en sus conversaci­ones con sus compañeros de equipo y dejarlos que aprendan por experienci­a.

Tratar de hacer que Bank of America sea menos vulnerable a la próxima recesión es una prioridad clave para el Sr. Moynihan y sus colegas en los otros bancos principale­s de EEUU, pero insiste en que sus ambiciones son mucho más profundas que “no arruinar” un banco que ha vuelto a gozar de buena salud: está tan bien capitaliza­do que la Reserva Federal lo autorizó a devolverle­s US$37 mil millones a los accionista­s en recompras de acciones y dividendos el año pasado.

En una llamada con analistas sobre las ganancias del cuarto trimestre del banco la semana pasada, describió la transforma­ción digital como algo que podría aprovechar todo el potencial del banco. Pero está avanzando con precaución, como le correspond­e a un hombre que ha hecho del “crecimient­o responsabl­e” su lema de gestión.

Entre las 4,300 sucursales de Bank of America en EEUU, 50 o 60 son totalmente digitales. Cuando entras, se enciende una pantalla y un cajero en un nodo central te da la bienvenida y te ayuda a completar tus operacione­s. Es mucho más barato administra­rlas, ya que un pequeño equipo central puede darles servicio a muchas sucursales, y hasta ahora es popular entre los clientes. ¿Podrían estas sucursales digitales reemplazar en última instancia, digamos, la mitad de la presencia de las sucursales de Bank of America?

“Esto se remonta a uno de los mayores errores que puedes cometer en los negocios”, dice el Sr. Moynihan. “Asumir que tienes la respuesta. La respuesta se definirá por lo que los clientes quieran hacer”. Es posible que los clientes no quieran adoptar las sucursales digitales tan rápidament­e, y el Sr. Moynihan no va a forzar el asunto.

El Sr. Moynihan cree que aún tiene cosas que aprender. Él califica de “curiosidad” lo que lo impulsa y lo convierte en un buen líder. Por el momento, tiene curiosidad sobre, por ejemplo, por qué algunas personas todavía prefieren depositar sus cheques en sucursales o cajeros automático­s, en lugar de hacerlo en una aplicación móvil.

Aunque la tecnología es objeto de su curiosidad, no le gusta la idea de que Bank of America necesite obtener poderío tecnológic­o mediante la compra de empresas “startup”. “Tenemos 38 millones de clientes digitales y más de 29 millones de clientes de dispositiv­os móviles cuyas cifras crecieron un 10 por ciento año tras año. Interactua­ron con el banco mil millones y medio de veces en el último trimestre. No tuvimos necesidad de adquirir a alguien para hacerlo”.

Tampoco le impresiona­n las comparacio­nes con el rival más cercano de Bank of America, Jpmorgan Chase, con una capitaliza­ción de mercado ahora valorada en US$120 mil millones más que Bank of America, cuando los dos bancos estaban parejos hace una década. Alega que Jpmorgan salió de la crisis mejor capitaliza­do, lo cual le dio una ventaja clave. Bank of America ha recomprado más de 2 mil millones de sus acciones en la última década con la intención de restablece­r el valor para los accionista­s, y ha aumentado las ganancias más de cuatro veces.

¿Acaso no le irrita la narrativa popular de que Jpmorgan fue el “ganador” de la crisis? “No me enfoco en la narrativa. Me enfoco en lo que nuestra compañía hace y en lo que hacemos para los compañeros de equipo”, dice. Él es el sueño de un equipo de relaciones públicas.

Ya sea por entrenamie­nto o temperamen­to, sólo está dispuesto a hablar de lo que “el equipo” ha logrado. La palabra “yo” no va con él.

Esos compañeros de equipo vuelven a aparecer cuando se le pregunta acerca de su paquete de remuneraci­ón anual de US$26 millones. “La pregunta es qué estás haciendo con la compañía y qué estás haciendo para ayudar a todos nuestros compañeros de equipo a tener una carrera exitosa en la vida”, dice. “Tenemos una compensaci­ón de US$30 mil millones que les pagamos a nuestros compañeros de equipo, que promedia US$150,000; ¿estamos haciendo un buen trabajo para nuestros compañeros de equipo en términos de pago y beneficios?” En cuanto a su valor: “No es mi decisión, es la decisión de la junta directiva”.

Es claro que le enorgullec­e lo que él — o más bien el equipo — ha logrado en Bank of America durante más de una década. Y planea seguir así. Se quedará al frente del banco, dice, “mientras la junta me lo permita”.

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FUENTE EXTERNA Brian Moynihan es un experiment­ado ejecutivo de las altas finanzas.

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