Diario Libre (Republica Dominicana)
Entre la dureza de la pobreza y la conservación del medio ambiente
La explotación de piedra caliza en San Cristóbal es un lucrativo negocio para empresas y un sustento de vida para otros que contrasta con la conservación de áreas con gran valor histórico y cultural
SAN CRISTOBAL. Las cavernas no solo han sido lugares de refugio para los humanos ante las inclemencias del tiempo, sino, además, espacios de expresión cultural que con el paso del tiempo se convierten en pruebas de la existencia de civilizaciones en determinadas zonas.
En San Cristóbal está la reserva antropológica Cuevas de Borbón o del Pomier, integrada por 55 cavernas verticales y horizontales, que de acuerdo con el arqueólogo, espeleólogo y ambientalista, Domingo Abreu Collado, es la zona considerada como la capital prehistórica de Las Antillas con las mejores muestras de petroglifos y pictografías.
Afirma que hay manifestaciones de la cultura arawak, pero también del arte rupestre maya, inca, taíno y de otras civilizaciones que representan una conexión cultural continental de gran valor para la humanidad.
La Cueva del Puente es una de las más importantes de la cadena que existe en la zona. Recientemente la República Dominicana, por medio de una propuesta del periodista Marvin Del Cid, logró que fueran aceptados los nombres taínos Márohu y Boinayel para una estrella y un planeta. Esos nombres están grabados en una estalagmita de esta cueva.
Los lugareños afirman que no tenían conocimiento de que en Cueva del Puente existían artes rupestres de tanto valor, por lo que se proponen aumentar la vigilancia por la conservación de esos recursos.
En esa parte de San Cristóbal se libra una lucha desde la época de Rafael Leónidas Trujillo no solo por la conservación de la cadena de cuevas, sino como garantía para la conservación de las aguas de La Toma y otros ríos.
Ahora el problema no es la presencia de personas viviendo en el entorno para evitar que contaminen las aguas, pues, de acuerdo
con Domingo Abreu Collado, Trujillo les compró los terrenos, sino la explotación de piedra caliza de manera industrial y artesanal, actividad de la que viven unas 300 familias directamente y unas 3,000 personas en general de las comunidades Los Corozos, Naranjo Dulce, Carvajal, Villegas y Pomier, entre otras. Sin embargo, Marcelino Corporán, vocero de la Asociación de Mineros, cuenta que nunca les pagaron las propiedades a su madre y otros familiares y que con lo que ganan con la venta de piedras es que se mantiene su progenitora, que según aseguró, heredó parte de terrenos donde están las cuevas.
“Nosotros no violamos ni un solo punto, mi familia tiene aquí más de 500 tareas que son propias esa misma parte donde está la Cueva del Puente. Era de mi mamá y no nos la han pagado ni Medio Ambiente no nos han dado nada en permuta”, dijo.
Se trata de un área protegida de 4.23 kilómetros y cerca empresas extraen rocas calizas, en ocasiones utilizando dinamitas, además del trabajo que desde 1976 realiza la Asociación de Mineros, autorizada para la explotación de manera artesanal por el entonces presidente Joaquín Balaguer en 1976.
Francisco Jorge Corporán, presidente de la Asociación de Mineros, dijo que siempre han aceptados los límites determinados por las autoridades y se han convertido en defensores de las cuevas y la zona protegida.
“No nos dejan trabajar tranquilos, de este trabajo dependemos más de 300 personas de distintas comunidades, viven de esto. Aquí no hay plátanos, no hay aguacate, no hay de eso simplemente la minería”, dijo
Abreu Collado, quien desde hace años ha luchado por la conservación de las cuevas, cuenta que en 1962 se instaló la empresa Nigua, la primera fábrica de cal, pero fueron 13 las explotadoras de rocas calizas. Algunas ya no operan en el lugar, pero se mantienen con licencia Dominicana de Cales S.a.(docalsa), Concredom e Industrias Gat; también la Asociación de Mineros.
El Ministerio de Medio Ambiente ha delimitado las zonas de explotación, con la colocación de pilotes o puntos de delimitación del área protegida para que no sean afectadas las cavernas, pero entendidos en la materia aseguran que la distancia es corta y que además algunos no respetan los límites.
La entidad cuenta con cuatro vigilantes, un administrador y personal de oficinas que se encargan de salvaguardar el área protegida y como dice su administrador, Ysaias Puente, en ocasiones es difícil tener control absoluto de la zona para evitar daños como el causado recientemente a una estalagmita en La Cueva del Puente.
“La mayoría de las cuevas están vírgenes, a excepción de esa (la del Puente. Yo condeno el daño y particularmente voy a investigar y lo someteremos a la justicia porque ese es un acto vandálico que no debe ser apoyado por mí y Medio ambiente”, dijo. “Cada cierto tiempo, tenemos problemas allá porque, aunque se sacaron las empresas que tenían concesiones dentro del área protegida, todavía quedan tres empresas, además de la Asociación de Mineros”, añadió.