Áreas (des) protegidas

La visita de Ángel Rondón al lugar donde se anuncia que se construirá el complejo que impulsa Juan José Hidalgo no ayuda mucho a esa causa hotelera. Hay que entender que Rondón es uno de esos “villanos favoritos” nacionales y que su sola presencia es motivo de suspicacia.

Pero el hotel de Hidalgo no es la razón del lío que se está montando. Es la consecuencia.

Las áreas protegidas lo son precisamente para salvar los ecosistemas endémicos que quedan y protegerlos de una destrucción segura por malas prácticas de todo tipo. Ni el Ministerio de Turismo ni el de Medio Ambiente pueden presumir de cumplir y hacer cumplir las leyes ambientales. O de evitar el deterioro ecológico en polos de desarrollo turístico... Retorcer las leyes es un deporte que se practica con bastante éxito en ambos ministerios.

Pero hay algo que no pueden refutar ni Estévez ni García: la resolución 0009-2018 está vigente y especifica muy claramente las normas de manejo del área de recreo Guaraguao-punta Catano: no se puede construir hoteles.

Necesitamos áreas protegidas blindadas porque el manejo de los recursos naturales en el país no es ni siquiera mínimamente adecuado. Se cultivan aguacates en la sierra de Bahoruco donde está prohibido. Hay agricultura en Valle Nuevo, también prohibida. Las cañadas están repletas de plásticos, la basura abunda hasta en las autopistas... Blindar las áreas protegidas no es una opción, es una urgencia.

¿Por qué compraron ahí Hidalgo y otros? Porque les aseguraron que se liberaría la franja, que la sacarían del Parque para que pudieran construir. Pero no se puede.

(Los candidatos presidenciales deben ser muy claros en este tema. ¿Qué harán con las áreas protegidas?)