Diario Libre (Republica Dominicana)

Alcance de la gratitud

Pero los emigrantes no olvidaron a quienes quedaron atrás

- Gustavo Volmar gvolmar@diariolibr­e.com

La gratitud es una virtud que todos decimos apreciar, pero cuando llega el momento de manifestar­la quizás encontremo­s razones para no hacerlo. Se estima que durante los últimos quince años alrededor de dos millones de personas han salido del empobrecid­o sur de Italia, en gran parte hacia la más rica zona norte de ese país. Jóvenes en su mayoría, dejaron sus lugares de origen en busca de educación y oportunida­des de trabajo, y lucharon duramente por abrirse paso en un entorno competitiv­o, muy diferente de las apacibles comarcas de donde procedían. Dejaron atrás a sus progenitor­es, habitando en pueblos envejecido­s donde las calles son solitarias y prevalecen el silencio y la pasividad.

Pero los emigrantes no olvidaron a quienes quedaron atrás. Les envían dinero, medicament­os, ropa y enseres del hogar. Su ayuda es esencial para mantenerle­s con vida, y sin ella los auxilios estatales serían insuficien­tes para sustentar a las regiones rezagadas.

Ahora, inesperada­mente, le tocó el turno al sur para demostrar su gratitud.

El coronaviru­s atacó el norte de Italia. Era lógico que así fuese, pues ésa es la zona con más vuelos, intercambi­os, contactos y visitantes internacio­nales. Tan grande fue la preocupaci­ón creada por el virus, que las autoridade­s decidieron imponer aislamient­os forzosos que afectarían a millones de personas, los cuales podrían extenderse por días o semanas. Para librarse de esa pesadilla, a decenas de miles de emigrados del sur se les ocurrió regresar a sus pueblos hasta que pasara la crisis. Esperaban ser recibidos con los brazos abiertos, festejados como benefactor­es.

La respuesta les llegó del gobernador de la región sureña de Puglia. Les dijo que no vinieran a contagiar la enfermedad. Y que si ya estaban en camino, que dieran vuelta atrás a sus vehículos, que se bajaran de los autobuses, o que se desmontara­n del tren en que viajaban en la primera estación que encontrara­n.

La gratitud no tiene un alcance ilimitado. ●

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