Diario Libre (Republica Dominicana)
Reducir la velocidad del contagio con el COVID-19: esa es la cuestión
El problema de esta nueva pandemia, el COVID -19, no es la cantidad de personas que mata, que aparentemente no es mucha, sino que puede hacer colapsar los sistemas de salud, incluso los de los países más avanzados. Lo estamos viendo con la debacle en los hospitales italianos, que no tienen camas disponibles, los médicos no pueden descansar y se quedan dormidos atendiendo a pacientes, y, sobre todo, no alcanzan los ventiladores de respiración asistida, y hay quienes están muriendo por esto.
Muchos de los países más afectados están tomando medidas draconianas, como China, Corea del Sur, Italia, España, Francia y Estados Unidos. La lógica de las medidas -que se puede debatir si algunas son demasiado exageradas o no- responde a que lo más importante en estos momentos, de acuerdo con los expertos en enfermedades infecciosas, es reducir la velocidad de contagio. En una epidemia típica -y aquí hemos vivido varias, como el Zika y la Chikunguña no hace no mucho- hay un umbral que se alcanza alrededor de los 100 casos, que luego que se pasa, si no se toman medidas, el contagio se acelera de forma exponencial durante varias semanas.
Si esa curva de contagio es muy empinada, en pocos días los hospitales se saturan de pacientes, los médicos no dan abasto, no hay camas suficientes, no hay ventiladores de reanimación para todos, y además van a seguir llegando casos de accidentes, infartos, dengues y de todas las otras desgracias que nos acechan en nuestro diario vivir. Eso provoca muertes adicionales, no solo por la epidemia, sino por la incapacidad de atender otros casos graves. Si Italia, que tiene uno de los sistemas de salud más avanzados del mundo, se ha enfrentado a una crisis sanitaria sin precedentes, ¿qué se puede esperar de nuestro precario sistema, atomizado entre muchas instituciones privadas sin coordinación entre ellas, y entre unos pocos centros públicos mal equipados y preparados para une evento de esta envergadura?
Entre las medidas más efectivas para reducir la velocidad del contagio y aplanar la curva -que es el término que se está poniendo de moda entre científicos y políticosestá el cierre de las escuelas. Los virus se transmiten con mucha facilidad entre los niños, a los que es muy difícil hacerlos respetar consignas estrictas de seguridad. Además, este virus en particular parece afectar menos a los más jóvenes (afortunadamente), y de hecho es probable que muchos presenten pocos o ningún síntoma, por lo que el contagio puede pasar desapercibido hasta que ya es muy tarde para contenerlo.
El resto de las medidas que están aplicando, como evitar las concentraciones de personas en espacios cerrados, o que estén muy cerca unas de otras, también son eficaces en reducir la velocidad de avance de la enfermedad. Pero hay que tener claro que lo más importante en estos momentos no es que nadie se contagie, que va a ser casi imposible, porque nadie está inmunizado contra este virus, sino que el contagio avance lo más despacio posible. Esto dará tiempo a que los hospitales puedan tratar a los enfermos de esta y otras dolencias graves, y a que se desarrollen vacunas u otros medicamentos efectivos contra el COVID-19. De esta pandemia se escribirá en el futuro como de las grandes pestes del medioevo, ojalá con humor por muchas de las ridiculeces que estamos haciendo, y no con dolor por el exceso de muertes innecesarias.
Pero hay que tener claro que lo más importante en estos momentos no es que nadie se contagie, que va a ser casi imposible, porque nadie está inmunizado contra este virus, sino que el contagio avance lo más despacio posible.