Diario Libre (Republica Dominicana)
Elecciones y retos
Las elecciones municipales acaban de celebrarse con notable éxito. Ha sido un triunfo del talante cívico y democrático del pueblo dominicano. Los miembros de la Junta Central Electoral lograron sobreponerse a las dificultades, enredos y errores, y levantarse sobre las cenizas del cuerpo electoral para legar a su pueblo unas elecciones que han transcurrido con ejemplaridad y transparencia. Recobran así la confianza depositada en ellos.
En el proceso quedaron evidenciados intentos de compra de votos y actuaciones proselitistas, a ser erradicados en los próximos comicios.
Las dificultades en el conteo y en el cuadre de las actas apuntan a fallos de un sistema educativo que ha inutilizado la capacidad de pensar de mucha gente, lo cual aconseja integrar las mesas electorales con recursos humanos de mayor calificación.
Toca a su fin un ciclo político. La esperanza es que el nuevo ciclo se desarrolle sustentado en valores éticos y afianzado a la institucionalidad.
Algunos candidatos conquistaron posiciones en el ordenamiento municipal, lo cual les permitirá servir a sus comunidades con dedicación, esfuerzo, sacrificio, inteligencia e integridad, en vez de servirse de ellas en su propio beneficio y de sus grupos partidarios.
Otros candidatos no lograron ser electos, pero sus agrupaciones formarán parte del poder municipal y tendrán la oportunidad de ofrecer sus servicios e ideas a sus comunidades.
Ojalá que todo esto sea el comienzo de un proceso en que los ayuntamientos logren autonomía del poder central y sean provistos de recursos y atribuciones extendidas, como se acordó en el Congreso Municipal celebrado en la década del 90 y en la Declaración de Santiago, ambos procesos coordinados por la Fundación Siglo XXI.
Es tiempo de que las autoridades municipales dejen de ser apéndices del poder central. Y de erradicar la costumbre de que el poder ejecutivo otorgue un trato de favor a los ayuntamientos en que gobierna su color partidario y castigue con la restricción de recursos a quienes están colocados bajo colores distintos.
El fortalecimiento del poder municipal tiene que ir en paralelo a la introducción de controles y procedimientos correspondientes a las mejores prácticas de gobierno.
Ahora queda pendiente la organización de las elecciones congresuales y presidenciales del mes de mayo. Es de esperarse que se celebren dentro de un marco de absolutas garantías democráticas.
La terrible pandemia desatada por el coronavirus sorprende al país debilitado en sus fundamentos y vulnerable ante crisis internacionales, tanto por la carga onerosa de su deuda pública como por la ausencia de soluciones a problemas antiguos.
En el corto plazo, las medidas a ser adoptadas deberían centrarse en limitar el contagio, controlar el virus, fortalecer la red sanitaria y moderar el pánico, al tiempo que se evita la paralización del sistema productivo y la caída del empleo.
No hay que descartar ni tampoco asegurar el eventual efecto positivo del calor sobre el control del virus, por lo cual convendría que las medidas a ser adoptadas dieran margen a considerar esa posibilidad.
En el mediano plazo, con nuevas autoridades electas, el país tendrá que prepararse para afrontar el cambio de tendencia de la economía internacional que apunta a una severa recesión si se cumplieran los peores pronósticos.
Es tiempo, por tanto, de unidad de propósitos y de tomar muy en serio las circunstancias globales, dejando de lado cualquier triunfalismo.
El reto planteado a quienes habrán de llegar al poder es el de enmendar entuertos, sanear cloacas, corregir errores, reestructurar, liderar, marcar un rumbo preciso, minimizar las incertidumbres y producir el cambio.
Si el choque fuera inevitable, entonces darlo de una sola vez y simultáneamente en frentes diferentes ahorraría tiempo y penurias, orientado a impulsar la oferta, enderezando entuertos que castran la capacidad productiva y la generación de empleos y a expandir la competitividad y el potencial económico.
En ese sentido, podría considerarse la posibilidad de aprovechar los tiempos tormentosos que se asoman para liberar la economía de las taras que entorpecen su desarrollo (fiscales, cuasi fiscales, energía eléctrica, financiamiento a la producción y exportaciones, transporte, inmigración irregular, mercado de trabajo e informalidad, recursos naturales y medio ambiente, seguridad alimentaria, salud y pensiones, educación...).
Si así se hiciere, los nubarrones que asoman podrían convertirse en aliados de una nación que se encamina con paso firme hacia un futuro más próspero, con cimientos sólidos.
Lo expresado es fácil de formular, pero cuesta arriba de ejecutar. Requiere temple, valor, consciencia para adoptar medidas complejas y controvertidas, renunciar al miedo al costo político, limpieza de alma y amor infinito a su pueblo.
Ahora queda pendiente la organización de las elecciones congresuales y presidenciales del mes de mayo. Es de esperarse que se celebren dentro de un marco de absolutas garantías democráticas.