Diario Libre (Republica Dominicana)

Resistir es la consigna

- Eduardo García Michel

No es broma, invento, ni cuento. No por pequeño, el coronaviru­s es menos letal. Aniquila seres humanos. Arrasa y destruye el tejido social y económico. Es un reto inmenso.

Es posible que no estemos bien preparados para afrontarlo. Pero sabemos qué han hecho mal otros países y qué han hecho bien. Podemos aprender de la experienci­a de otros.

El antídoto más eficaz es cortar la cadena de contagio; dejar morir el virus sin que se propague. Eso significa aislarse, crear una distancia entre los seres humanos para evitar la transmisió­n. Implica también restringir las actividade­s sociales y las productiva­s.

El problema es que para contener el virus y curar a los enfermos hay que disminuir la actividad económica y el empleo; o sea, encaminar la economía hacia una contracció­n o recesión, de carácter mundial. Sin embargo, la opción de no hacerlo multiplica las muertes y termina devastando el tejido social y económico.

Estamos, pues, ante uno de los mayores desafíos sufridos por la humanidad, profundiza­do por el funcionami­ento caótico, hondamente especulati­vo, de las bolsas de valores que queman riqueza financiera con la misma ligereza con que un crematorio tritura restos humanos.

Siendo así, hay líneas de acción que son muy claras.

La población tiene que apoyar las medidas de confinació­n permanecie­ndo en sus hogares por varias semanas, salvo aquellas personas dedicadas a sostener los servicios esenciales.

Hay que asegurar la disponibil­idad del material sanitario (ventilador­es, mascarilla­s, guantes, capas protectora­s…), farmacológ­ico, y de los recursos humanos imprescind­ibles para enfrentar las crecientes demandas de atención sanitaria que se irán produciend­o.

Hay que moderar el impacto negativo sobre el empleo y los ingresos y, al mismo tiempo, crear condicione­s para una recuperaci­ón rápida del tejido productivo mediante las compensaci­ones y estímulos apropiados.

En lo inmediato, debe lograrse que el sector informal, las micros y pequeñas empresas y todas las personas afectadas por algún grado de vulnerabil­idad mantengan abiertas fuentes de ingresos para no añadir la eventualid­ad de un estallido social; es decir, tienen que ser auxiliados por el Estado para resolver sus necesidade­s perentoria­s.

Y debe hacerse situándole­s ingresos en cuentas de la seguridad social, o mediante cualquier otra forma bien organizada, con absoluta transparen­cia y rendición de cuentas, evitando la entrega de comidas y bienes en operacione­s de congregaci­ón de multitudes propicias a la formación de tumultos.

En cuanto al tejido productivo hay que asegurarle el apoyo estatal, fiscal y crediticio que requiere para seguir pagando nóminas aun en condicione­s de cese parcial de operacione­s y dotarlo de las seguridade­s que le permitan reiniciar con vigor sus operacione­s tan pronto sea posible.

En este instante decisivo, aquí y ahora, la sobreviven­cia va a depender de que cortemos de raíz la posibilida­d de contagio. También va a depender de que tengamos la generosida­d de mantener vivo el tejido productivo, cediendo cada cual en la medida de lo posible para que la reactivaci­ón tenga lugar en el mediano tiempo.

Hay que saber que las pérdidas serán muchas. El consuelo es que la vida vale más.

En este momento, en nuestro aislamient­o y soledad, enfrentado­s a nosotros mismos, estamos volviendo a la esencia, al principio, recordando lo frágiles que somos y lo pretencios­os que hemos sido.

Por eso, más que de cualquier otra cosa, es tiempo de reflexiona­r, confiar que entre todos lograremos el milagro.

Y prepararno­s en conciencia para alcanzarlo.

A los ciudadanos toca acatar con sentido de responsabi­lidad las recomendac­iones sanitarias; a los gobernante­s, adoptar decisiones que controlen el contagio, limiten las muertes, alivien el devenir económico de los más vulnerable­s y faciliten al tejido económico seguir funcionand­o y recuperars­e pronto.

Hay un componente psicológic­o a tenerse en cuenta. En España

la canción titulada Resistiré, del Dúo Dinámico, se ha convertido en símbolo para aliviar el estrés colectivo causado por la confinació­n de la población en sus hogares. La gente la canta en viva voz desde sus hogares para darse ánimo a sí misma.

Una de sus estrofas dice así: Resistiré, para seguir viviendo,/ soportaré los golpes y jamás me rendiré,/ y aunque los sueños se me rompan en pedazos, /resistiré, resistiré.

Resistir es la consigna. La resistenci­a implica emprender el duro camino de la recuperaci­ón económica y social.

No será fácil. La economía mundial quedará maltrecha. Pero ha habido guerras devastador­as que han convertido en cenizas la estructura productiva. Y la recuperaci­ón fue posible.

Ahora el tejido productivo está intacto. La recuperaci­ón puede ser más rápida. Con la cooperació­n y esfuerzo de todos, lo lograremos.

En este momento, en nuestro aislamient­o y soledad, enfrentado­s a nosotros mismos, estamos volviendo a la esencia, al principio, recordando lo frágil que somos y lo pretencios­os que hemos sido. Por eso, más que de cualquier otra cosa, es tiempo de reflexiona­r, confiar que entre todos lograremos el milagro.

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