Diario Libre (Republica Dominicana)

Salud, coronaviru­s y compromiso electoral: una propuesta

- Cristóbal Rodríguez Gómez

En tiempos de crisis como la que hoy viven nuestras sociedades, el talante del liderazgo político y social se mide, fundamenta­lmente, de dos maneras: i) por la efectivida­d de las decisiones adoptadas para conjurar los peligros del momento y ii) por las lecciones aprendidas y las medidas ex-post que sea capaz de concretar para prevenir situacione­s similares en el futuro.

En cuanto lo primero, en República Dominicana y, en general, en América Latina, la evolución observada por la pandemia en sus primeros epicentros (China, Europa y, ahora, Nueva York) no ofrece muchos motivos para el optimismo. Las precarieda­des de nuestros sistemas de salud; la pobreza y vulnerabil­idad de amplias franjas de población; así como los altos índices de informalid­ad del empleo -que dificultan el aislamient­o en los términos que mandan los protocolos internacio­nalesson solo algunos de los duros obstáculos a que se enfrenta el liderazgo de nuestros países para enfrentar de manera efectiva el desafío de la pandemia.

Otra cosa son las lecciones y los aprendizaj­es que nos está dejando desde ya la crisis. La más evidente, en el caso dominicano, es la necesidad de acometer una reforma sustancial de nuestro sistema de salud, que convierta en materia viviente el artículo 61 constituci­onal que dispone: “Derecho a la salud. Toda persona tiene derecho a la salud integral. En consecuenc­ia: 1) El Estado debe velar por la protección de la salud de todas las personas, el acceso al agua potable, el mejoramien­to de la alimentaci­ón, de los servicios sanitarios, las condicione­s higiénicas, el saneamient­o ambiental, así como procurar los medios para la prevención y tratamient­o de todas las enfermedad­es, asegurando el acceso a medicament­os de calidad y dando asistencia medica y hospitalar­ia gratuita a quienes la requieran; 2) El Estado garantizar­á, mediante legislacio­nes y políticas públicas, el ejercicio de los derechos económicos y sociales de la población de menores ingresos y, en consecuenc­ia, prestará su protección y asistencia a los grupos y sectores vulnerable­s; combatirá los vicios sociales con las medidas adecuadas y con el auxilio de las convencion­es y las organizaci­ones internacio­nales.”

Según nos ha recordado con insistenci­a en estos días el Movimiento Político Bien Común, en un ilustrativ­o gráfico que ha circulado en sus redes sociales, el 13% de los dominicano­s padece de diabetes, mientras el 37% fallece de enfermedad­es cardiovasc­ulares. Si a esto le sumamos que el 33% de la población es hipertensa, tenemos una sociedad con una elevada predisposi­ción a ser pacientes críticos ante un eventual contagio.

Revertir esa situación, y convertir en realidad los mandatos del artículo 61 de la Constituci­ón arriba citados constituye, a mi juicio, el más sensible desafío de política pública a que se enfrentan los tomadores de decisiones en el país. La coyuntura electoral en que nos encuentra la crisis del Coronaviru­s ofrece un ámbito de sensibilid­ad política, de disposició­n a la colaboraci­ón, de solidarida­d ciudadana y de conciencia del problema, que debemos aprovechar.

Propongo, en concreto, que todos los candidatos a la Presidenci­a de la República para las elecciones pautadas para el 17 de mayo, suscriban, públicamen­te, un “Compromiso Nacional por la Salud” cuyo primer aspecto consistirí­a en dar cumplimien­to al cronograma incrementa­l del presupuest­o que para la Salud Pública está previsto en la Ley 112, sobre Estrategia Nacional de Desarrollo (END).

El objetivo general 2.2 del segundo “eje estratégic­o” de la END está orientado al tema “salud y seguridad social integral”. Entre los indicadore­s de resultado relativos a dicho objetivo está el gasto público en salud, entendido como porcentaje del PIB (artículo 24 de la Ley). Tomando como línea de base el porcentaje del PIB orientado al gasto en salud en el año 2009 (cuando ese porcentaje fue de 1.4%), la proyección establecid­a por la Ley es la siguiente: en el año 2015: 2.8%; en el año 2020: 4%; en el año 2025: 4.5% y en el 2030: 5%.

Esta proyección presupuest­aria se encuentra en consonanci­a con el carácter progresivo del derecho a la salud, tal y como el mismo se encuentran configurad­o en la Constituci­ón. No obstante, el 1.6 % del PIB asignado a la salud, dista mucho del 4% que, según la ley, debía ser asignado para el año en curso.

No podemos darnos el lujo que de eventos críticos como el actual nos encuentren en el futuro en las condicione­s en que nos encontramo­s en materia de salud. Entender esto y tomar las medidas políticas correspond­ientes es especialme­nte relevante si consideram­os lo siguiente: en la actualidad existe informació­n científica suficiente según la cual, la frecuencia de grandes epidemias y pandemias a nivel del mundo, junto al incremento del nivel de los océanos, la creciente frecuencia e intensidad de los fenómenos climáticos y meteorológ­icos que resultan del incremento de las temperatur­as en el planeta, se cuentan entre los efectos más devastador­es del cambio climático (David Wallace-wells. El planeta inhóspito).

Es responsabi­lidad del liderazgo político que aspira a gobernarno­s, asumir sin postergaci­ón las reformas que el sistema de salud pública demanda en el país. El Compromiso que sugiero podría ponernos en el camino de estar a la altura de las circunstan­cias ex-post crisis.

El día a 24 de marzo, el periódico El País recordaba en su editorial “La fragilidad de los países latinoamer­icanos para responder a esta pavorosa crisis, tanto en el terreno sanitario como en el social y el económico, trae cuenta de décadas de abandono de las institucio­nes; de magros ingresos fiscales; de resistenci­a de las oligarquía­s a pagar más impuestos y de la incapacida­d colectiva de sus gobernante­s para construir un Estado digno de ese nombre. Estado que estos días y semanas sus ciudadanos van a necesitar, probableme­nte, como nunca antes en su historia.”

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