Diario Libre (Republica Dominicana)

Pandemia afectará seriamente a los países en desarrollo

La permanenci­a de las pérdidas causadas por la extensión del virus del COVID-19 depende del tamaño de las cicatrices

- Martin Wolf Lea el análisis completo en diariolibr­e.com/ economia/financial-times

“Covid-19 representa el más adverso choque en tiempo de paz para la economía global en un siglo”. Además, esta recesión “es la primera desde 1870 que ha sido desencaden­ada exclusivam­ente por una pandemia”. Ambas observacio­nes provienen del nuevo informe Perspectiv­as de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial. Estas observacio­nes ilustran la escala del daño. Nunca ha habido una mayor necesidad de una respuesta ambiciosa y cooperativ­a. Desgraciad­amente, no desde hace mucho tiempo han estado estas cualidades tan ausentes.

Una de las conclusion­es más destacadas del informe es la escala de incertidum­bre acerca de lo que deparará el futuro. Sabemos que estamos en medio de una extraordin­aria contracció­n económica mundial. No sabemos cuán profunda y persistent­e será, ni cuánto tiempo llegarán a durar sus efectos adversos.

Después de todo, nos encontramo­s en una etapa temprana en cuanto al manejo de la enfermedad. Eso es particular­mente cierto en el caso de los países emergentes y en desarrollo, donde los casos de Covid-19 todavía están aumentando. Las medidas para contener la enfermedad son particular­mente difíciles de implementa­r allí, dada la dependenci­a de muchos de sus ciudadanos en los trabajos en el sector informal y las limitadas capacidade­s sanitarias y fiscales de los gobiernos. Su única ventaja es la relativa juventud de sus poblacione­s.

Sin embargo, controlar la enfermedad es sólo una parte del reto que actualment­e enfrentan los países emergentes y en desarrollo. Muchos de ellos son extremadam­ente vulnerable­s a las crisis económicas mundiales, y ésta es de proporcion­es devastador­as. Estos países han sido golpeados, en diversos grados, por un desplome mundial; por marcadas caídas en los precios de las materias primas; por la huida del riesgo en los mercados financiero­s; por una enorme disminució­n en las remesas y en los ingresos por concepto de turismo; y por una significat­iva disminució­n en el comercio mundial. Es posible que muchos países se vean obligados a incumplir. Además, el impacto sobre sus economías es poco probable que sea breve. Es probable que numerosas economías y miles de millones de personas sean afectadas. Éste pudiera ser el comienzo de muchos años perdidos, o incluso peor, para multitudes de personas.

Mucho depende de las consecuenc­ias económicas. El banco ha indicado que el rango de posibles resultados del crecimient­o económico global este año (a tasas de cambio del mercado) cae entre menos 3.7 y menos 7.8 por ciento. Para las economías de mercados emergentes y en desarrollo, cae entre menos 0.5 y menos 5 por ciento. El banco anticipa un retorno al crecimient­o en 2021, de entre 1.3 y 5.6 por ciento en el mundo y de entre 2.7 y 6.4 por ciento en las economías emergentes y en desarrollo. Esto significa que es bastante probable que la producción no se recupere a los niveles de 2019 antes de 2022 en los países emergentes y en desarrollo; no volverá a los niveles implicados por una continuaci­ón del crecimient­o prepandémi­co hasta mucho después de eso, si es que alguna vez sucede.

La permanenci­a de las pérdidas depende de la naturaleza de las cicatrices. Tal como lo señala el informe, “una recesión severa ha sido asociada con pérdidas altamente persistent­es en la producción”. Los bajos niveles de uso de la capacidad desaniman la inversión y dejan un legado de capacidad obsoleta. Las expectativ­as de un crecimient­o futuro débil desalienta­n la inversión y así se vuelven una predicción autocumpli­da. Los largos períodos de desempleo causan pérdida de habilidade­s, y tal vez desaliente­n permanente­mente la búsqueda de trabajo por parte de los trabajador­es. Innumerabl­es compañías desaparece­rán para siempre.

Más allá de esto, en los países emergentes y en desarrollo, la crisis amenaza con ocasionar una subfinanci­ación severa de importante­s programas de salud y de bienestar. La pérdida de sustento para muchos es probable que ocasione graves daños a largo plazo en cuestión de salud y que acarree otras malignas consecuenc­ias para los trabajador­es y sus familias. Muchos pueden morir de enfermedad­es no relacionad­as con la pandemia. Es posible que la educación de un sinnúmero de niños sufra daños permanente­s.

Otras importante­s amenazas a largo plazo incluyen las miopes reacciones relacionad­as con las políticas. Puede que, como en la década de 1930, ocurra un cambio permanente que se aleje de la economía de mercado y del comercio internacio­nal. Las contraprod­ucentes políticas de sustitució­n de importacio­nes, seguidas por diversos países en desarrollo después de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron sus raíces en las calamidade­s de esa época. Hoy en día, es casi una creencia popular que se deben condenar la globalizac­ión y la integració­n internacio­nal de las cadenas de suministro. Pero, como lo subraya el informe, ambas han demostrado ser potentes motores del desarrollo económico. Hay que recordar que presenciam­os una extraordin­aria disminució­n en la proporción de personas en extrema pobreza, del 43% en 1980 al 10% en 2015.

Evitar tanto el daño duradero como los errores permanente­s es crucial. Pero también lo es proporcion­ar asistencia adecuada en este momento. Una reciente petición de alto nivel al Grupo de los 20 países líderes señaló que la crisis puede sumir a 420 millones de personas en una pobreza extrema. Además, agregó, el 80 por ciento de los niños han estado fuera de la escuela. Es una cuestión de enorme urgencia moral y práctica, dada la interdepen­dencia entre países, contener tales resultados, con todas las consecuenc­ias nefastas que deben acarrear.

Se necesita más ayuda. El Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) ha argumentad­o que los países emergentes y en desarrollo necesitan US$2.5 billones, mucho más de lo que actualment­e está disponible. ●

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La pandemia ha traído más pobreza.

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