Diario Libre (Republica Dominicana)
“Me siento como pez en las aguas de la narración, en todas sus variantes”
La dominicana es educadora y autora de libros de narraciones, entre ellos de
dirigido al público infantil, publicado por editorial Santillana
Emilia Pereyra
SANTO DOMINGO. Emelda Ramos no ha tenido que salir de su tierra natal, Salcedo, para transcender en el ambiente cultural como escritora e investigadora de variados registros que confiesa sentirse como pez en las aguas de la narrativa, campo al que le ha aportado atrayentes historias y otros productos de su inquebrantable labor intelectual.
En su amplio recorrido por las letras la también educadora dominicana, seducida por la palabra, ha incursionado en la escritura de narrativa infantil, y confiesa que la reta llevar a los más pequeños en una aventura, con el sostenido impulso con que en su infancia la conducían cuentos maravillosos.
Con su distintiva gentileza, Ramos respondió preguntas de Diario Libre y se comprometió a seguir trabajando con más vigor en la investigación y el rescate bibliográfico, en la historiografía regional y el patrimonio cultural perdido. —Tras varias décadas de cabalgadura literaria, ¿qué le ha dado a su vida su carrera de escritora? Libertad, autoconocimiento, lectores generosos, respeto; viajes, amistades literarias invaluables.
—Ha cultivado la narrativa. ¿Es el género que le acomoda más a su sensibilidad artística o se ha sentido tentada por otros campos?
Me siento como pez en las aguas de la narración, en todas sus variantes: novela corta, cuento, relato, leyenda, crónica, micro ficción. al fin, me tienta el ensayo.
—Cuándo escribe, ¿imagina a ese hipotético lector y en lo que podría recibir?
Los autores somos los primeros lectores-receptores de nuestros textos… y se dice que una escribe el libro que le hubiera gustado leer alguna vez. Cabría preguntarse: ¿Hablamos para el instante, o para los siglos? ¿Para el lector de hoy o del devenir? —¿Es una autora impulsiva o meditabunda? ¿Qué tiempo le toma decidirse a escribir? Depende de la historia, pero siempre, en el principio es la palabra. Algunas historias se originan en las incontables palabras que te atraviesan como neutrinos: no sabes de dónde vienen ni para dónde van. Otras, las atrapas en la fascinante lengua viva del pueblo que escuchas en la calle, en el mercado, en un bus, en un sueño, o en el susurro de la naturaleza. En ambos casos, se te quedan dentro y pueden articularse en mundos narrables, en segundos o en años, como el aon, palabra con que supe en 1962, que los taínos nombraban a sus perros mudos, y en 2011, escribí en dos semanas esa historia. —También ha cultivado la literatura infantil. ¿Qué la reta cuando escribe para los más pequeños? Llevarles en una aventura, con el sostenido impulso con que en mi infancia me llevaban los cuentos maravillosos, usando la palabra adecuada, eficaz, para los chicos de hoy. El pasado juprosa nio-noviembre, Santillana me reporta que se vendieron 1,025 ejs. de El quijote de las auyamas. Si esa cantidad de jóvenes y quizás sus maestros, además de leerlos luego lo prestaron o donaron sabrá Dios cuantos jóvenes leyeron mi historia... —Ha hecho su carrera literaria sin dejar Salcedo, su tierra natal. ¿Esto no ha dificultado su proyección como escritora? Crear mi obra, viviendo en la misma casa en que vi la luz por primera vez, es un privilegio por el que agradezco a la Divinidad. Si bien desde los 12 años, quise ser escritora, para los años 70, mientras laboraba como maestra de literatura en el Liceo del Plan de Reforma de la Educación Media, pude haber emergido a la literatura, porque ya era consciente del hecho literario. Pero esa proyección de la que hablas, fue en los 80, por tanto sí creo que el permanecer en mi entorno, ralentiza la publicación de mis textos, y determina mi inclusión en la generación ochentista. Salvando las distancias, Alice Munro hizo carrera literaria desde su natal Wingham, Ontario, Canadá.
—Para escribir ha buceado en el pasado y en la mitología dominicana. ¿Lo hizo exprofeso? Nadie se levanta un día, mira la pantalla de su PC en blanco y dice: voy a escribir de la mitología taína. No, la belleza de nuestra historia, de sus mitos de origen, le ha sido escamoteada a generaciones de dominicanos. Para mí, profundizar en ellas y compartirlas, es irrenunciable. El mismo imperativo por el cual Juan Bosch escribió Indios, Virginia de Peña de Bordas Toeya, Marcio Veloz Maggiolo De donde viene la gente, Eduardo Galeano La aventura de los jóvenes dioses.
Escritora
de diariolibre.com