Los “muertos” de campaña

Siempre se habla de que “los muertos” de campaña no tienen dolientes, pues desde que termina el escrutinio se olvidan con una facilidad que espanta.

Pero en las campañas no solo hay muertos, es decir, seres humanos que fallecieron en enfrentamientos armados con motivo de las elecciones, sino también heridos en las refriegas que tampoco se pagan.

Sin embargo, hay otros “muertos” que no se contabilizan y que producen tanto o igual daño a los procesos.

Uno de ellos son las encuestas amañadas, pagadas por los partidos que “por extraña coincidencia” siempre los favorecen hasta que quedan desmentidas el día de la votación. El problemas es que estas encuestadoras que mueren en un lance electoral, resucitan, con el mismo u otro nombre, en el próximo sin consecuencia alguna.

Otros “muertos” son los que cambian de partido y no consiguen nada, los generales retirados que se juramentan en cada elección, los comités de apoyo cuya vida depende de si ganan o pierden y muchos más.

Gracias al COVID-19, no hemos tenido muertos de verdad en la campaña.