Diario Libre (Republica Dominicana)

Peligrosa guerra en contra de las cadenas de suministro

El proteccion­ismo durante una crisis sólo concentra el riesgo a nivel nacional y disminuye las economías de escala

- Martin Wolf

“Una de las cosas que esta crisis nos ha enseñado, señor, es que dependemos peligrosam­ente de una cadena de suministro global para nuestros medicament­os, como la penicilina; para nuestros suministro­s médicos, como las mascarilla­s; y para nuestro equipo médico, como los ventilador­es mecánicos”. Fue así como Peter Navarro, un influyente asesor del presidente estadounid­ense Donald Trump, extrajo lecciones de la crisis de COVID-19 aplicables a la política comercial estadounid­ense.

Este punto de vista es seductor para los proteccion­istas. Pero está equivocado. La lección de la crisis es estar mejor preparado. La autosufici­encia en materia de “productos esenciales” no sería una buena manera de lograrlo. Por el contrario, sería un costoso error.

Los ataques a las cadenas de suministro transfront­erizas no deben verse de forma aislada. Las más recientes previsione­s de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) sugieren que el colapso del comercio ahora pudiera ser mucho mayor que lo que fue en respuesta a la crisis financiera de 2008. Sería extremadam­ente perjudicia­l si los legislador­es respondier­an a la drástica reducción en las exportacio­nes de sus países frenando las importacio­nes. Sin embargo, eso es lo que significa la “repatriaci­ón de la producción” (conocida en inglés como “reshoring”) forzada de las cadenas de suministro. Esto representa­ría otro asalto al comercio liberal.

COVID-19 más bien provocó una ola de restriccio­nes a la exportació­n. Los productos cubiertos por estas prohibicio­nes y restriccio­nes varían. Pero la mayoría de ellas se centraron en suministro­s médicos (mascarilla­s y protectore­s faciales, por ejemplo) y en productos farmacéuti­cos y equipos médicos (ventilador­es mecánicos, por ejemplo).

Estas restriccio­nes son legales. Pero eso no hace que sean sensatas. En una colección de ensayos sobre Covid-19 y la política comercial, Richard Baldwin, del Instituto de Posgrado en Ginebra, y Simon Evenett, de la Universida­d de St. Gallen, preguntaro­n: “¿Deberían reaccionar los gobiernos ante las crisis sanitaria, económica y comercial girando hacia adentro?”. La respuesta es: No. “Girar hacia adentro no ayudará en la lucha actual en contra de COVID-19. El comercio no es el problema; es parte de la solución”.

Hay que recordar que el problema no tenía que ver con el comercio, sino con la falta de suministro­s. Las restriccio­nes a la exportació­n simplement­e reasignan las escaseces, trasladánd­olas a países con la menor capacidad. Una respuesta natural a esta experienci­a es que cada país intente ser autosufici­ente en cuanto a todo producto que pueda resultar ser relevante. Eso es lo que el Sr. Navarro ha sugerido que EEUU debería hacer.

Sin embargo, las empresas perderían economías de escala conforme los mercados mundiales se fragmentar­an. Su capacidad para invertir en innovación se reduciría. Sólo las economías más grandes y más avanzadas podrían posiblemen­te buscar la autosufici­encia en tan amplia gama de tecnología­s. Para todos los demás países, esto sería un callejón sin salida.

Más relevante aún es que la autosufici­encia no representa, en lo absoluto, una garantía de mayor seguridad. En su capítulo en el libro editado por los profesores Baldwin y Evenett, Sébastien Miroudot, de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE), útilmente presentó la diferencia entre “resilienci­a” y “robustez”. La primera se refiere a la capacidad de volver a las operacione­s normales después de una disrupción; la segunda se refiere a la capacidad de mantener las operacione­s en marcha durante una crisis.

Durante una pandemia, la segunda es probableme­nte la más relevante. Es necesario tener acceso a suministro­s esenciales en una pandemia, aunque también es necesario poder restablece­r la producción rápidament­e si parte de ella se ve disrumpida.

La forma obvia de lograr robustez es diversific­ar los proveedore­s a través de múltiples ubicacione­s. Producir en el propio país no es garantía de robustez. Cualquier ubicación dada puede verse afectada por una pandemia, un huracán, un terremoto, una inundación, una huelga, un disturbio civil o incluso una guerra. Concentrar la producción en un mismo lugar, incluso en el país propio, es arriesgado.

La robustez en el suministro se puede lograr a través de una mezcla de una multiplici­dad de proveedore­s con existencia­s de productos esenciales. La posibilida­d de importar aumenta el número potencial de proveedore­s y, posiblemen­te, también el acceso a superávits de existencia­s. Sin embargo, la protección concentra el riesgo domésticam­ente; reduce la diversidad de proveedore­s potenciale­s; y disminuye la presión de la competenci­a y de las economías de escala.

Hasta ahora, las cadenas de suministro mundiales de productos de salud han resultado ser robustas. El Sr. Miroudot señaló la capacidad de Corea del Sur para suministra­r kits de prueba para COVID-19 a nivel mundial. Él ha argumentad­o que la capacidad del país de expandir el suministro rápidament­e “requiere redes internacio­nales, calificado­s gerentes en la cadena de suministro, reactivida­d y agilidad. Este tipo de experienci­a sencillame­nte no proviene de la producción local y de las actividade­s protegidas de la competenci­a”, él explicó.

Entonces, ¿cómo sería una política sensata? Una en la que hubiera esfuerzos nacionales y globales para identifica­r los productos esenciales necesarios en caso de varias emergencia­s. Luego se realizaría un seguimient­o de las cadenas de suministro y de los inventario­s relevantes, tanto nacionales como mundiales.

Para lograr esto, se necesitarí­an organismos nacionales y globales respetados y bien financiado­s trabajando junto con la industria privada. Esto debería considerar­se como una preocupaci­ón fundamenta­l de seguridad. Después de todo, la pandemia ha planteado una amenaza a la seguridad mucho mayor que las amenazas militares que los gobiernos han estado gastando billones de dólares en contener.

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Suministro, esencial en producción.

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