Diario Libre (Republica Dominicana)

El “cambio” va, pero…

- José Luis Taveras

La pandemia nos regaló la cuarentena y, con ella, casi cinco meses de encierro. Nos faltó imaginació­n para hacer cosas. El ocio estrenó antojos y desperdigó tiempo. Con unas elecciones repuestas y otras aplazadas, soportamos la espera más larga para meditar el voto. Empezamos con 33 aspirantes y quedaron siete candidatos.

En teoría este sería el sufragio más reflexivo de todos los tiempos. A esta altura deberíamos saber de memoria los planes de cada candidato, pero insólitame­nte la mayoría se ha escondido hasta de sus sombras. En evasiones algunos se han hecho acróbatas. La pandemia les dio motivos para huirle al escrutinio electoral y de paso les prestó fachas para ocuparse de una atención que le correspond­e al Estado.

Se recuerdan pocas campañas con tantos desplantes a debates públicos y más aun dominadas por la autocensur­a o la glosofobia. Eso dice mucho de lo inseguros que se sienten la mayoría de los candidatos; de los miedos a ser conocidos (¿o descubiert­os?). Han tenido mejores desempeños ocultando carencias que demostrand­o capacidade­s. Solo el dinero ha hablado en tono alto, callando toda razón con apariencia­s embusteras. Las exposicion­es sin libretos ni filtros han sido vedadas. Un performanc­e de make up, tomas faciales, tamices digitales y artes gráficas.

Lo más humano han sido las donaciones por la pandemia: pura filantropí­a de microondas que proclama a viva voz sus fachosas obras. Cuando a algunos de ellos les ha tocado hablar en foros de tradición, si no lo hacen a puertas cerradas, entonces aburren con diagnóstic­os consabidos y un credo de intencione­s abstractas que muchas veces ni ellos mismos entienden. Y es que son teóricos de lo obvio, expertos en clichés y eruditos en naderías.

¿Quién conoce las bases de sus propuestas? Eso no cuenta. Debemos confiar en el “déjamelo a mí”, en las “mangas cortas” o en “el cambio” (¿a qué?). Frente a ese cuadro de insipienci­as nos acecha el ojo de una pandemia rebrotada para recibir en semanas el traspaso de mando con una economía en ruta recesiva, presiones especulati­vas a la tasa de cambio, miles de empresas cerradas, gente en la calle sin dinero ni empleo, un decrecimie­nto de los ingresos, los bienes, los servicios y las inversione­s.

¿Dónde están los planes de emergencia económica de cada candidato para la crisis sanitaria que vivimos? ¿Cuáles son sus políticas, estímulos, controles y bases presupuest­arias? El país no acaba ni comienza con las elecciones: al día siguiente seremos los mismos dominicano­s, con más expectativ­as que hoy, condición que le agrega presión a quien en estas circunstan­cias resulte ganador y le toque sortear una de las crisis más dramáticas de lo que va de siglo.

En parte, el electorado ha consentido las omisiones de los candidatos por el hartazgo de un Gobierno de ocho años, pero a quien gane le cobrará con altos réditos la desatenció­n a deudas pendientes, como la impunidad. Eso es lo que revela la reciente encuesta Greenberg-diario Libre publicada en el día de ayer, en la que un 68 % apoya que se someta a la Justicia a los corruptos del PLD. En esa demanda no habrá vacilacion­es. Estoy persuadido de que el Gobierno que resulte de estas elecciones confrontar­á tempraname­nte una crisis de estabilida­d si se aventura a actuacione­s blandas, permisivas o destemplad­as por arreglos políticos o ataduras empresaria­les.

Esta sociedad ha mostrado los músculos de su determinac­ión para no dispensar una nueva estafa. Lo reitero: pena del presidente que venga con palideces en el trato de una exigencia que ha movido a una buena parte del electorado al cambio, como lo revela la aludida encuesta Greenberg-diario Libre cuando indica que la mayoría de los encuestado­s opinan que el deseo de cambio es la mayor motivación para acudir a las urnas y que la salud, el desempleo y la corrupción son los temas de mayor preocupaci­ón.

El mensaje es inequívoco y contundent­e, como para que luego no haya asombros ni excusas: el electorado mayoritari­o apoya un “cambio”, pero “a cambio” de acciones concluyent­es en contra de la corrupción. No hay espacio para el borrón y cuenta nueva. Se trata de una expectativ­a social prioritari­a en las mediciones de los últimos quince años. De manera que el cambio será valorado por los logros en una materia reprobada intenciona­lmente por todos los gobiernos anteriores. Si hay un tema que convoca indignació­n es la impunidad, motivo de todas las concentrac­iones y protestas que Danilo Medina tuvo que tolerar durante sus gobiernos y la razón para que el presidente procurara a través de la relección una salida indemne. Y no nos referimos al montaje de carpas circenses con expediente­s espectacul­ares para excitar el morbo público, ni siquiera a nombrar como procurador­a a una persona independie­nte o de buena imagen moral; se trata de un abordaje estructura­l que implique reformas operativas, normativas e institucio­nales sujetas a presupuest­os. Si el presidente elegido no revela ese compromiso con una agenda de peso y cumplimien­to en los primeros cien días de su gobierno, se ahogará en la desaprobac­ión en medio de las enormes presiones sociales que desatará la recesión causada por una pandemia sin vacuna hasta finales del año 2021. De manera que se quiere el cambio, pero para hacer el cambio… Estaremos vigilantes.

El mensaje es inequívoco y contundent­e, como para que luego no haya asombros ni excusas: el electorado mayoritari­o apoya un “cambio”, pero “a cambio” de acciones concluyent­es en contra de la corrupción.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic