Diario Libre (Republica Dominicana)
Certificaciones de salud
Pocos dominicanos recuerdan ya los carnets de vacunación contra la viruela. En su mayoría de color amarillo por alguna razón que desconocemos, el documento mostraba el historial del sujeto en cuanto a las inoculaciones que había recibido, y era requerido para viajar a otros países. Con la erradicación de la enfermedad, esos carnets también desaparecieron.
La historia se repite ahora con el COVID-19, pero dado que las vacunaciones son todavía limitadas y que la duración (y la propia efectividad) de la inmunidad está aún por conocerse, se requiere la prueba de que el viajero está libre de la enfermedad, y que se efectúen poco antes de la fecha del viaje, 72 horas máximo en el caso de quienes viajen a los EE.UU., lo que significa que los turistas deberán hacérselas en los países a los que viajen. Es probable que aún después de que se supriman los requisitos de cuarentena, las pruebas sigan siendo requeridas durante un tiempo hasta ahora indefinido.
Aunque existan excepciones, como niños menores de dos años o vuelos procedentes de lugares clasificados como seguros, es indudable que el requisito deberá ser cumplido para que un país logre recuperar su sector turístico, un objetivo vital en nuestro caso.
Es a ese respecto cuando se presenta un problema potencial de competencia. Esto así porque en muchos países la capacidad instalada para efectuar las pruebas es reducida, lo que implica que si el volumen de turistas se incrementa rápidamente, podría surgir una escasez de pruebas efectuadas por laboratorios que cumplan con los estándares internacionalmente aceptados.
Esa posibilidad hace recordar un incidente ocurrido hace ya un tiempo en un país de África oriental. Por causas climáticas la producción local de alimentos descendió bruscamente, provocando una crisis de hambre y desnutrición. Los turistas siguieron llegando, sin embargo, y en los hoteles la comida nunca faltó, contraste aprovechado por grupos sediciosos para propalar sus conceptos.