Diario Libre (Republica Dominicana)

El “Zorro de Plata”, como le bautizaron algunos por su cabellera bien cuidada, era un magnífico flautista, de oído aguzado y perspicaci­a rítmica, cabalgaba con soltura sobre el tema sin perder los estribos para siempre encajar en el centro de la pieza int

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entre otros discos. El genio como compositor, arreglista y director líder orquestal –aparte de productor discográfi­co y de espectácul­osque destacó a Pacheco durante más de medio siglo, ha quedado ampliament­e patentizad­o en su obra, que perdura como un guayacán resistente y robusto. Su gracia en escena, insuflando energía como un conductor versátil con autoridad sobre sus músicos y empatía plena con sus cantantes, a los cuales se sumaba con entusiasmo contagioso. Son sellos distintivo­s de este caballero señero que nos sedujo con su arte, sin aspaviento. Sabio en su filosofía de vida; “cuidar siempre el instrument­o, que en el cantante es la voz; vivir una vida limpia, que es una vida alegre”. Dotado de un fino sentido del humor, con la sonrisa a flor de labios.

El “Zorro de Plata”, como le bautizaron algunos por su cabellera bien cuidada, era un magnífico flautista, de oído aguzado y perspicaci­a rítmica cabalgaba con soltura sobre el tema sin perder los estribos, para siempre encajar en el centro de la pieza interpreta­da. Un arte difícil en la improvisac­ión y recreación de un tema musical, que Pacheco dominaba como el que más. Uno de mis deleites preferidos al exponerme a su sonido. Cerrar los ojos y dejar que la flauta me guíe, como hiciera el flautista de Hamelin en el cuento retomado de los hermanos Grimm.

Con el flautista cubano José Fajardo, el de la Charanga Fajardo y sus Estrellas, junto al gran pianista y director boricua Eddie Palmieri, nuestro Pacheco grabó el LP Las Charangas Pacheco Fajardo Palmieri, una joyita con un arte meritorio en el diseño gráfico de la carátula. Otro álbum juntó a estos maestros, Pacheco y Fajardo.

Este dominicano gentil cultivó amistad con los grandes de la música latina en NYC. Mario Bauzá, a quien agradece el rigor de sus consejos. Tito Puente, fuente inspirador­a. Machito, introducto­r de la música afrocubana. Compartía almuerzo semanal con Vicentico y Miguelito Valdés, con buen cognac y romático cigarro.

En 2014, Andresito Vanderhors­t produjo un film dedicado a resaltar la trayectori­a emblemátic­a de Johnny Pacheco, Yo soy la Salsa. Tributo merecido a este ser multifacét­ico. Estuve en la premier en Novo Centro, junto a mi hija Laura. Disfrutamo­s de esa noche con show en la terraza. Compartí con Pacheco, su esposa Cuqui y el eterno joven Ismael Miranda. Una jornada llena de magia y esplendor justiciero. Sentí orgullo por esta marca país, generosa. Dios lo tenga en gloria. 

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