Atracción por variedad

Antes de la pandemia, expertos en mercadeo tenían dudas acerca de la posibilidad de que las compras por internet se arraigaran en nuestro país. Se referían a la adquisición de artículos como los que venden las boutiques de ropa, zapaterías, supermercados, mueblerías o tiendas de electrodomésticos. Otros productos, por ejemplo medicinas y pizzas, se pedían comúnmente por teléfono y se pagaban al ser recibidos. Y era también frecuente hacer pagos “en línea” de boletos de avión, facturas y créditos. Pero en cuanto a reemplazar a los establecimientos comerciales para surtirse de la mayoría de los bienes, se veía difícil que sucediera. Era más probable que alguien comprara algo de ese tipo en Target o Amazon que a través de un portal virtual local.

En parte eso se debía a la escasez de esos portales, situación que ha cambiado radicalmente por el virus. Pero persiste todavía una limitante, que consiste en la amplitud de la variedad de los artículos ofrecidos.

A diferencia de lo que a veces se cree, el comercio por internet no comenzó debido a que los consumidores quisieran ahorrarse los viajes a las tiendas, o porque los productos fuesen mucho más baratos. Lo que impulsó su inicio fue que podía conseguirse una gama de productos, al principio libros, discos y cosas por el estilo, que no estaban disponibles en establecimientos cercanos. Fue después que se fueron añadiendo más y más bienes hasta llegar a su desarrollo actual.

Ese desarrollo se suele calificar como carente de precedentes, pero los expertos señalan que eso no es cierto. Cuando a fines del siglo XIX empezaron las ventas por catálogo, especialmente en las zonas rurales de los EE.UU. pusieron al alcance de los adquirientes muchos artículos no asequibles en su medio local. A partir de ese inicio continuaron ampliando la oferta y atrajeron a los compradores urbanos, llegando a ser parte habitual de sus adquisiciones. Por esa razón se ha descrito a la compañía Sears como el Amazon del pasado. 