Diario Libre (Republica Dominicana)

Una mancha indeleble: 25 de septiembre del 63

- Guillermo Piña Contreras

Se especula mucho sobre la actitud de Juan Bosch frente al golpe de Estado que derrocó su gobierno el 25 de septiembre de 1963. Se ha asegurado en múltiples ocasiones que Bosch sabía de la trama y no hizo lo propio para evitarlo.

En realidad, las bases del putch que dio al traste con el gobierno elegido el 20 de diciembre de 1962 estaban echadas desde antes de que Juan Bosch tomara posesión como presidente de la República el 27 de febrero de 1963. Paradójica­mente, la campaña que realizó Bosch desde su llegada a la República Dominicana el 20 de octubre de 1961 hasta la famosa polémica con el sacerdote jesuita Láutico García el 17 de diciembre de 1962, le daban como el candidato vencedor en las primeras elecciones libres en República Dominicana después de 31 años de dictadura.

A su llegada, Bosch planteó la necesidad de “matar el miedo”, de no temer a ser perseguido por algún compromiso o relación con la recién desapareci­da dictadura trujillist­a: “Yo pido al pueblo dominicano, a la juventud dominicana, a los hombres y a las mujeres maduros de este país, a los funcionari­os públicos, a los que llevan uniformes y a los que no lo llevan, a todos, que pensemos en nuestro pueblo […].Yo pido por fin, por último, a mi pueblo y a los funcionari­os gubernamen­tales y a los funcionari­os militares de todas las categorías, que como consecuenc­ia de esa meditación nos dispongamo­s todos a matar el miedo, que seamos nosotros mismos el San Jorge de ese dragón que nos está oprimiendo hace más de treinta años; que nos ha convertido en la vergüenza y la ignominia del Continente. […].

Yo estoy dispuesto a hacer cuanto deba hacer, a arrodillar­me ante quien deba arrodillar­me, para que podamos sacar de mi humillació­n, si es necesaria, y de la disposició­n de ustedes, que es imprescind­ible, una fórmula de convivenci­a democrátic­a.” Manera política y digna de expresar el famoso “¡borrón y cuenta nueva!” de Ramón A. Castillo de la comisión del (PRD) que llegó al país el 5 de julio de 1961 junto a Nicolás Silfa y Ángel Miolán.

La consigna de Viriato A. Fiallo y su partido Unión Cívica Nacional (UCN), era precisamen­te el ataque a las institucio­nes trujillist­as y a sus colaborado­res. El PRD, fundado en el exilio en 1939 con la finalidad de luchar contra Trujillo, era el partido democrátic­o más antiguo del país. Sus dirigentes, incluido Bosch, tenían mayor experienci­a política que los de la UCN. En el caso de Juan Bosch, su experienci­a también era de Estado. En Cuba, había sido asesor del primer ministro y luego presidente Carlos Prío Socarrás a finales de los años 40.

Esa experienci­a se hizo notar durante la campaña electoral de 1962. Enfrentó con éxito ataques de diversas índoles que nada tenían que ver con la campaña política que venían desarrolla­ndo tanto él como sus correligio­narios. Se llegó incluso al extremo de desacredit­arlo utilizando un argumento que, más que absurdo, traducía el desconocim­iento político de sus adversario­s: se llegó a decir con éxito que Bosch trajo la lucha de clases a la República

Dominicana. Su victoria era inminente. El punto culminante de su campaña fue la polémica con el sacerdote jesuita Láutico García, tres días antes de los comicios. El sacerdote reconoció que Bosch no era marxista-leninista. Bosch fue elegido con 59% de los sufragios expresados.

Bosch cuenta, tanto en Crisis de la democracia... como en ensayos políticos y entrevista­s periodísti­cas posteriore­s, que al iniciar su gobierno no tenía con qué pagar los empleados públicos; que tuvo que enfrentar huelgas de maestros estimulada­s por la UCN, que tuvo que enfrentar a la Iglesia católica y ciertos sectores conservado­res que se oponían a la educación laica; que esa campaña de descrédito llegó a calar en las fuerzas armadas a tal grado que los altos mandos militares estaban convencido­s de que Juan Bosch era comunista.

Así como su campaña para ser elegido presidente de la República

fue brillante, sus esfuerzos por mantenerse en el poder fueron inútiles. Para lograr sus objetivos y terminar el período tenía que hacer concesione­s que iban en contra de sus principios. No aceptó. Se opuso a la compra de aviones militares y se propuso erradicar las comisiones que acompañan siempre las compras del Estado.

Los golpistas no tomaron en cuenta la voluntad popular. La derrotada UCN y los militares conspirado­res decidieron deponer fin, al cabo de siete meses, al primer presidente elegido democrátic­amente luego de 31 años de dictadura. Irresponsa­bles, no midieron las consecuenc­ias de su acto y decidieron derrocar un presidente elegido con 59% de sufragios; torcieron el rumbo democrátic­o que, gracias a la valentía de unos pocos el 30 de mayo de 1961, asomaba en el horizonte de la nueva República Dominicana.

El irresponsa­ble putsh del 25 de septiembre de 1963 cambió el curso de la historia dominicana. Un trauma que más de 50 años después no hemos superado. Irresponsa­bilidad política cuyas consecuenc­ias: la guerra civil de 1965 y la Pax americana que el 28 de abril de ese año nos impuso, por segunda vez en el mismo siglo, Estados Unidos; irresponsa­bilidad histórica que figurará en la memoria del siglo XX dominicano como una mancha indeleble. 

A su llegada, Bosch planteó la necesidad de “matar el miedo”, de no temer a ser perseguido por algún compromiso o relación con la recién desapareci­da dictadura.

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