Diario Libre (Republica Dominicana)

¿Cómo percibimos el “sabor”?

- Dra. Erika Pérez Lara

Resulta interesant­e conocer sobre la base de nuestros sentidos, algunos elementos que percibimos de forma rutinaria y no siempre nos detenemos a pensar cómo ocurren. La percepción del sabor en comidas o bebidas, resulta de una integració­n de múltiples fibras sensoriale­s que incluyen el olfato, el gusto y en ocasiones el tacto. No es en nuestro paladar que se dan los sabores, pues cuando se neutraliza el olfato (ejemplo en la sinusitis) podemos perder la percepción del sabor ¿le ha pasado?

La realidad es que el gusto (o taste, en inglés) es un sentido cuyas células especializ­adas se encuentran en la boca en lo que llamamos “papilas gustativas”. Sólo se han descrito cinco (5) sensacione­s gustativas: agrio, amargo, dulce, salado y umami. Ésta última fue la más reciente (hace aproximada­mente un siglo) siendo descrita por Ikeda, un científico japonés. No fue reconocida por muchos años por las sociedades europeas o americanas pero la evidencia científica sugiere su existencia.

Las sensacione­s amargas y agrias nos alarman de ingerir alimentos que puedan ser potenciale­s tóxicos, sintiéndon­os más atraídos por lo dulce, salado y umami.

¿Qué relación guardan estas sensacione­s con los alimentos?

La mayoría de los alimentos altos en calorías y grasas no tienen sabor, pero nuestra percepción de ellos viene dada por múltiples elementos sensoriale­s (olfato, vista, gusto) que combinados nos generan un factor atractivo.

De igual forma, lo dulce viene principalm­ente de los hidratos de carbono (pan, pasta, caramelos) que representa­n nuestra principal fuente de energía, y por ello nuestra inclinació­n instintiva hacia ellos.

¿Cómo podemos “educar” nuestro paladar?

Las papilas gustativas ubicadas en distintas partes de la cavidad bucal, no solo en la lengua, están llenas de células del gusto, las cuales tienen una vida media muy variable de 2 días a 3 semanas. Es por ello, que al realizar cambios en nuestros hábitos alimentici­os (ejemplo, reducir el consumo de sal) podemos adaptarnos a un nuevo nivel de aceptación. Sin embargo, esto durara también poco tiempo, si tendemos a retomar hábitos de forma cíclica.

Es por ello, que la alimentaci­ón se trata de un equilibrio. Los alimentos, además de ser fuente de sustento, representa­n un elemento de placer y disfrute. En la búsqueda de una alimentaci­ón saludable se deben combinar factores que incluyan: sabor, placer, energía, salud y sostenibil­idad.

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