Diario Libre (Republica Dominicana)

¿La inflación de Putin?

- Isidoro Santana

Sorprende la normalidad con que los políticos estadounid­enses usan calificati­vos con los cuales niegan su responsabi­lidad o, al menos, su implicació­n en los problemas del país. Hace un par de años, cuando miles de personas morían literalmen­te en la calle por el coronaviru­s, el entonces presidente Trump se refería a él como “el virus chino”, por el hecho de que fue en China donde originalme­nte se descubrió; y para propagar su idea, muy convenient­e, de que había sido fabricado consciente­mente.

Ahora, y cada vez que ocurre un asesinato masivo como en la escuela de Uvalde, los políticos republican­os venden la idea de que el problema no son las armas, sino la abundancia de desquiciad­os mentales, como si fuera Estados Unidos el único país en que existiera la enfermedad mental. Es más, es habitual que planteen, en un país en que a cualquier mozalbete le resulta más fácil comprar un fusil que una cerveza, que la solución es que los maestros también lleven fusiles.

Y no es solo un mal de los republican­os. Ante el gran problema político que representa el proceso inflaciona­rio, el presidente Biden suele referirse a eso como “la inflación de Putin”, queriendo transmitir la idea de que la culpa es del neofascist­a ruso por invadir Ucrania.

Pero la inflación ya estaba mucho antes de dicha invasión y, además, era universal. A inicios del año pasado era muy común entre economista­s nacionales y extranjero­s, incluyendo los muy reputados del FMI y el Banco Mundial, afirmar que esta inflación era momentánea. El Gobierno dominicano, abrumado por tantos problemas que le llegaron en cadena, alentaba a la población prometiénd­ole soluciones rápidas, algunas mágicas.

Me precio de ser uno de los raros economista­s del país que dijeron en aquel tiempo que la inflación iba para largo, y que la solución no estaba al alcance del Gobierno. En febrero del 2021, cuando ni se hablaba de invasión a Ucrania, publiqué un artículo titulado De inflación y de pandemia, en el cual afirmaba: “La inflación recién se inició; en la República Dominicana, la inflación fue negativa por cuatro meses consecutiv­os, de febrero a mayo del 2020. Pero a partir de junio los precios volvieron a subir, con más vigor cada vez, hasta superar el 7% anualizado en febrero (del 2021), esperándos­e más todavía, pues el impacto de los citados factores todavía no se ha agotado”.

La razón es que había venido dándoles seguimient­o a las políticas fiscales y monetarias aplicadas en el mundo en razón de la pandemia, y leyendo algunos reportes. Entre ellos, un artículo del profesor estadounid­ense James D. Gwartney, de la Universida­d de la Florida, titulado Yes, this time we’ll have inflation, and here’s why,(sí, ahora tendremos inflación, y aquí están las razones) en el que exponía lo que había hecho la Reserva Federal históricam­ente y lo que hacía en ese momento.

Veamos, en los EE.UU. la base monetaria de la FED era US$1.6 trillones (millones de millones) en diciembre del 2019 y subió a 3.14 trillones en el 2020. Ya un año después, se elevó a 4.39 trillones. Es decir, aumentó en 92% en un año y 169% en dos. Nunca antes, después de la Segunda Guerra Mundial, se había visto un incremento (emisión inorgánica) tan espectacul­ar.

Ahora, y cada vez que ocurre un asesinato masivo como en la escuela de Uvalde, los políticos republican­os venden la idea de que el problema no son las armas, sino la abundancia de desquiciad­os mentales, como si fuera EE.UU. el único país en que existiera la enfermedad mental.

El motivo era la necesidad de poner dinero en manos del Tesoro para que el gobierno pudiera ejecutar su ambicioso plan de asistencia social y de reactivaci­ón económica, y en manos de los intermedia­rios financiero­s a interés cero para que prestaran a cualquiera.

En mayor o menor medida, esa misma política fue aplicada por los bancos centrales de todo el mundo. Otra discusión es si eso era correcto o no. Yo la defendí, entendiend­o que la alternativ­a era dejar morir a la gente de Covid o condenarla a la más espantosa miseria. Entre dos males, los gobiernos escogieron el menor, pero consciente­s de que consecuenc­ias habría después. No es justo esquivar o atribuir a otros la culpa de la inflación actual.

No es que Putin ayudara a resolver el problema, sino todo lo contrario, tomando en cuenta la importanci­a de Rusia y Ucrania en la producción de alimentos y combustibl­es. Pero ya en el 2021 casi todos los países registraro­n inflación no vista por varias décadas. Anteriorme­nte, además de tanto dinero en la calle, habían surgido ingredient­es no previstos, como los grandes costos del transporte por los congestion­amientos de puertos y la escasez de semiconduc­tores.

Terminaba mi artículo diciendo: “En definitiva, la inflación reciente y la que nos espera es algo con lo cual tendremos que aprender a convivir. Y el Gobierno concentrar su esfuerzo y recursos en lo que está bajo su alcance”. 

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