Diario Libre (Republica Dominicana)

El silencio

- Iaizpun@diariolibr­e.com

Un permiso denegado para exportar baterías usadas o 20,000 dólares no explican un acción asesina (y suicida; no había manera, aunque escapara, de que no fuera detenido y juzgado) como la que cometió Miguel Cruz. Obviamente, una red de enllavismo, tráfico de influencia­s, lobismo mal entendido se movía con soltura por el Ministerio.

El culpable del asesinato de Orlando es el que disparó. Hay quien dice que lo mató la corrupción. Eso es muy reconforta­nte, ayuda a tranquiliz­ar conciencia­s. Corrupción es un término muy amplio que no señala a nadie en concreto, ¿no? Nadie se “sabe” corrupto.

A Orlando, si nos ponemos literarios, lo mataron varias veces. El que disparó, los que constituía­n la red mafiosa de la que formaba parte el asesino y todos los que sabían lo que estaba pasando y no lo denunciaro­n. Eso incluye, obviamente, a los que se beneficiab­an de su intermedia­ción.

Y todas estas historias empiezan en un origen común: el clientelis­mo político. El donante de campaña que espera recuperar su “inversión”. El familiar o amigo que entiende que tiene prioridad para ocupar un cargo o recibir un contrato. Los compañeros del partido o empresario­s o conocidos a los que hay que “atender”. Compromiso­s.

Personal de Medio Ambiente está dispuesto a hablar con Yeni Berenice si se asegura su protección. Así de complicado era lo que veían o tal era el miedo que tenían los que no hablaron antes.

El próximo ministro va a tener un trabajo más difícil que evitar el conuquismo en las lomas. El que ocupe el cargo tendrá un país entero vigilando y sin duda recibirá desde Palacio las órdenes más explícitas para proteger el espíritu del cambio. Este asesinato puede ser un punto (otro más) de inflexión para la lucha contra la corrupción y es seguro que Luis Abinader no lo va a desaprovec­har. 

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