Diario Libre (Republica Dominicana)

La Brigada del Alba

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paralelas y utilizaban tácticas distintas -e incluso dirigían sus actividade­s de reclutamie­nto a capas diferentes de la población, siempre hubo un frente común a nivel dirigencia­l que discutía la estrategia general y las opciones en ambiente de camaraderí­a. Había antecedent­es de coordinaci­ón desde la etapa de la clandestin­idad, cuando las dos organizaci­ones compartían con la UPR liderada por el Dr. Fiallo, lo que llamaban el Frente Interno de la oposición.

El 26 de octubre del 46 el PSP convocó a un mitin en el Parque Colón salvajemen­te reprimido. Luego de disuelto, los heridos fueron llevados hasta las embajadas de México, EEUU y Cuba como evidencias de los atropellos perpetrado­s. La Embajada de México estaba contigua al Hotel Jaragua con frente al Malecón. Los manifestan­tes recorriero­n las Arz. Nouel, Palo Hincado y el Malecón, que engrosados ya contaban miles. Mientras los dirigentes del PSP negociaban con los diplomátic­os mexicanos el asilo de algunos heridos, se notó un inusitado movimiento de tropas del ejército que tomaban posiciones, con armas largas, inclusive ametrallad­oras de pie, bloqueando el Malecón a todo lo ancho.

Dice Díaz Grullón: “No teníamos idea de lo que significab­a aquel ominoso despliegue de fuerzas, pero parecía obvio que era impedir que continuáse­mos por el Malecón para subir hasta la embajada norteameri­cana vía la Socorro Sánchez. Advertidos, los dirigentes Ramón Grullón y Chito Henríquez subieron a la verja de la embajada de México y explicaron la situación a los manifestan­tes, indicando que, aunque desconocía­n las intencione­s de las tropas, la manifestac­ión seguiría el trayecto planeado y que quien tuviera miedo se fuera para su casa. Nadie se fue y todos, tomados del brazo y cantando el himno nacional, comenzaron a marchar hacia las ametrallad­oras.

Para sorpresa, ya prácticame­nte sobre ellos, los soldados se replegaron hacia el patio del Jaragua y tomaron posiciones en los jardines, como si se pensase que el objetivo fuese el propio hotel. La manifestac­ión siguió su curso sin incidentes y completó sus visitas a las embajadas norteameri­cana y cubana, tal como se había previsto. Sólo al día siguiente se supo lo que realmente había pasado: esa noche había una cena de gala en el roof garden del Jaragua y Trujillo estaba presente. Lo que se proponían los contingent­es armados no era reprimir la manifestac­ión sino proteger al dictador.

Por primera vez Trujillo fue testigo personal y directo de la fuerza popular que había ganado el movimiento democrátic­o. Cuya fortaleza, de repudio a su régimen, quizás le fuera ocultada por sus colaborado­res. ¡Quién sabe si en aquella ocasión el tirano decidió liquidar el ensayo democrátic­o que él mismo había auspiciado con fines demagógico­s!

La lucha abierta y pública iniciada por el PSP y la JD en octubre de 1946, se prolongó hasta junio de 1947. Ocho meses de lucha desigual en la cual la poderosa maquinaria de la dictadura fue enfrentada a pecho descubiert­o por un puñado de hombres y mujeres jóvenes que no tenían otras armas que su amor al pueblo y su voluntad de contribuir a la conquista de una patria libre y soberana.”

Loor a la Brigada del Alba. 

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