Diario Libre (Republica Dominicana)

Falta de acciones coherentes prolongan un escenario eléctrico difícil

- Magín J. Díaz

Decir que se avecina una crisis en el sector eléctrico puede parecer sarcástico, pues por una razón u otra el sector está en un marasmo desde hace cincuenta años. Pero lo que se está viendo ahora puede formar una tormenta perfecta en los próximos meses.

En el caso de las Empresas Distribuid­oras (EDES), las pérdidas de energía han aumentado y las cobranzas se han reducido respecto al periodo previo a la pandemia. En su defensa las EDES alegan que los datos no son comparable­s porque ahora se suple casi el 100% de la energía. Pero queda claro que la energía adicional que se está suministra­ndo no se está cobrando y que las pérdidas físicas de energía han aumentado.

En materia de tarifa, el Gobierno aplicó lo acordado en el Pacto Eléctrico. Se iniciaron aumentos trimestral­es a partir de noviembre del 2021, pero se pararon luego de alcanzar un 30% luego de numerosas protestas por la combinació­n de alza de tarifas y apagones. No hay dudas de que el Gobierno tuvo mala suerte al coincidir el periodo de sincerizac­ión de la tarifa con un alza de los precios de combustibl­es en los mercados internacio­nales. Pero ese no fue el único problema.

El Gobierno decía que actuaba bajo los lineamient­os aprobados en el Pacto Eléctrico. Pero es el mismo pacto que se había negado a firmar cuando estaba en oposición, con el agravante de que el Pacto fijó metas a las EDES que se incumplier­on en términos de gastos corrientes, nómina, cantidad de personal, reducción de las pérdidas, aumentos de las cobranzas, entre otros indicadore­s. Si las EDES incumplían

Para los próximos meses, precios más altos, falta de generación, con una población ya acostumbra­da a recibir el 100% de la energía (aunque no la pague); y unas EDES con grandes rezagos de inversión para enfrentar su operativa habitual, conforman una receta para el desastre.

lo acordado, ¿Cómo entonces se amparaban en el Pacto para aumentar la tarifa? Difícil de explicar.

Es posible que las metas acordadas en el Pacto no fueran realistas. Aquí entonces faltó una buena estrategia de comunicaci­ón con una narrativa coherente que explicara las razones por la que las EDES no han podido cumplir con lo acordado.

Otro gran problema es que en estos dos años la inversión de las empresas del sector es la menor en la última década. Esto está trayendo problemas a su operativid­ad y dificulta la lucha contra la reducción de pérdidas. Hay un rezago generaliza­do de inversione­s que es simplement­e endémico y agravado en esta administra­ción. La contracara de esta situación es que, si se aumenta la inversión, entonces aumenta el déficit del sector. Y esto refleja la complejida­d de la situación.

En la Empresa de Transmisió­n Eléctrica (ETED) tampoco se han hecho las expansione­s que se requieren, con proyectos de Energía Renovables detenidos porque no pueden inyectar su energía; y en materia de generación han faltado señales claras y licitación oportuna de contratos para su desarrollo.

Todo se ha agravado por factores que no se controlan. En efecto, el precio medio de compra de energía a los generadore­s ha aumentado más del 60% al pasar de unos 11 centavos/dólar en 2020 a casi 18 centavos en la actualidad. Y aquí no hay mucho que pueda hacer el Gobierno. Es un tema del mercado internacio­nal.

Pero el problema del precio de los combustibl­es no para ahí. En los próximos meses existe una posibilida­d real de que el precio del gas natural, al cual podemos comprar en el mercado internacio­nal, sea el doble o el triple de lo que es ahora. Esto está llevando a que algunos generadore­s estén seriamente consideran­do la posibilida­d de producir con derivados del petróleo. Un escenario impensable hace algunos meses.

A esta ecuación hay que sumarle un problema real de falta de generación que se puede dar en el 2023. La razón es sencilla: la demanda de energía en horas pico está en línea con la generación disponible en algunos momentos. Es decir, que, si sale una planta de base por cualquier razón, digamos por mantenimie­nto o avería, entonces hay apagones. Es lo que pasó hace unos meses.

Para paliar esta situación el Gobierno hizo licitacion­es de corto plazo con el propósito de instalar rápidament­e 400 MW de energía en base a derivados del petróleo. Pero una de esas plantas, la barcaza de Azua, está teniendo oposición de la población y ni siquiera tiene los permisos ambientale­s.

En resumen, en los próximos meses puede darse un escenario de precios más altos, falta de generación, con una población ya acostumbra­da a recibir el 100% de la energía (aunque no la pague); y con unas EDES que acusan falta de inversión para enfrentar su operativa habitual. Todo este contexto previo a las elecciones parece una receta para el desastre. 

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