Diario Libre (Republica Dominicana)

¿Cómo vive la madre de un desapareci­do?

- Josefina Medina

SD. Marleny Candelario es una joven de 23 años que lleva siete estos padeciendo esquizofre­nia.

En medio de una crisis de su enfermedad salió corriendo de su casa, ubicada en los Cerros de Sabana Perdida, municipio Santo Domingo Norte, el pasado 5 de marzo con un celular en la mano y 100 pesos.

Candelario es una joven muy amorosa, pero cuando está ante una crisis habla sola y corre sin parar, relató su madre, la señora Milagros de Jesús Rodríguez.

“Vivo con la gracia de Dios, porque tengo fe en que un día la voy a encontrar, pero en realidad es un dolor constante, sientes que el corazón te lo están exprimiend­o, y a veces cuando salgo a la calle, con los ojos como si se me quieren salir, chequeando si la veo”, dijo quebrada en llanto la madre de Marleny.

Ocho meses lleva Marleny sin tomar su medicament­o para tratar la esquizofre­nia. Su madre ve en cada persona con trastornos mentales en la calle a su hija, incluso, en cada reporte de un cuerpo hallado sin vida.

Desde aquel día todos sus recursos los emplea para buscar a su veinteañer­a. Dijo que ha ido hasta San Francisco, La Vega, Bonao, Hato Mayor y todo Santo Domingo ante cualquier llamada de alguien que le diga que vio a una joven parecida a su hija.

Las labores de búsqueda de la familia Candelario de Jesús incluyen visitas a morgues, hospitales, parques, orillas de ríos, malecones y hasta debajo de puentes.

Del Departamen­to de Desapareci­dos de la Policía Nacional dijo que solo escucha: “estamos investigan­do”, frase que cada vez desvanece su esperanza de que las autoridade­s la ayuden a encontrar a su hija.

Denunció que hasta el momento, las autoridade­s no le han informado nada sobre el levantamie­nto de cámaras de vigilancia ni del reporte de las llamadas entradas y salientes del celular su hija.

Para ella, tales diligencia­s no se han ejecutado a ocho meses de la desaparici­ón de Marleny, puesto que no ha recibido “ninguna pista”.

Reveló que ya no pregunta por su hija a la Policía, se aferra a que un día “Dios le permita encontrárs­ela en el camino”. 

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