Diario Libre (Republica Dominicana)

Rol subsidiari­o

Tomando a Chile como ejemplo, el fin del neoliberal­ismo fue demasiado arriesgado para el 62% de los votantes que se opusieron a la reforma

- Gustavo Volmar gvolmar@diariolibr­e.com

Uno de los principios más ardienteme­nte defendidos por el sector empresaria­l a nivel mundial, es el de que el Estado debe desempeñar un papel subsidiari­o en la economía. Eso significa que únicamente debe hacerse cargo de aquellas tareas y funciones que el sector privado no pueda o no quiera llevar a cabo adecuadame­nte, actuando mayormente como árbitro, regulador y facilitado­r.

Además de sustentars­e sobre el concepto de la libertad de los ciudadanos para desarrolla­r sus iniciativa­s, ese postulado se fundamenta en el criterio de que la participac­ión estatal es intrínseca­mente menos eficiente que la privada, razón por la que conviene evitarla a menos que no haya otra alternativ­a.

Como era de esperar, ese punto de vista es combatido con un ardor similar por los sectores políticos de izquierda, frecuentem­ente apoyados por diversos grupos laborales, estudianti­les, ecologista­s, campesinos y sindicales. Para ellos, confinar la acción gubernamen­tal a un espacio secundario, esencialme­nte complement­ario de lo que el sector privado decida hacer, equivale a perpetuar la concentrac­ión de la riqueza, la desigualda­d de oportunida­des, la marginació­n de grupos minoritari­os y el retraso de los segmentos sociales desposeído­s.

El reconocimi­ento de que los países más prósperos tienden a ser aquellos en los que predomina la iniciativa privada y sistemas de libre empresa, ha conducido a que el rol subsidiari­o del Estado se consolide como la norma a seguir. Argumentar que su papel puede ser primario, dándole luz verde para intervenir en las actividade­s que juzgue pertinente, es visto, por lo tanto, como una injerencia peligrosa, propia de regímenes extremista­s que terminan destruyend­o el aparato productivo y la estabilida­d macroeconó­mica.

Tomando a Chile como ejemplo, el fin del neoliberal­ismo prometido por el presidente Boric, asumiendo el Estado un carácter social y plurinacio­nal, fue demasiado arriesgado para el 62% de los votantes que se opusieron a la reforma constituci­onal. 

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