Diario Libre (Republica Dominicana)
Comida Árabe
en aceite de oliva extra virgen.
Haydee Kuret –la “turca” de Frank Rainieri-, es una exquisita anfitriona que, con la galanura que caracteriza a esta laboriosa y ejemplar pareja que rinde culto cotidiano a la amistad, ofrece periódicamente a sus invitados un muestrario de lo mejor de la gastronomía de sus ancestros. Aunque simple por sus ingredientes, todavía me impresiona un queso blanco de San Juan, revestido de orégano, pimienta y aceite de oliva, puesto a sudar al horno en envoltura de papel de aluminio. Remedo quizás de los quesitos de cabra con orégano de las Matas de Farfán (arish), aporte árabe a la culinaria dominicana.
La más reciente experiencia se la debo a la familia Dauhajre Antor, de la rama de don Juan Dauhajre Esalouit. En la casa de Mery Dauhajre y José Martínez, con la grata presencia de Johnny Dauhajre, pude deleitarme con las empanadillas de vegetales hechas por su madre Antura Antor Yamin, noticia aparte de los quipes crudos y horneados, y de unos ricos dulces entre los que resaltaba uno hecho con nueces molidas. Antes, en la residencia de don Juan en Santo Domingo y en su villa de Casa de Campo en La Romana, me había beneficiado con otras exquisiteces árabes.
A finales de los 70, coincidieron dos establecimientos en Santo Domingo. Uno funcionó en la Winston Churchill con Víctor Garrido Puello, denominado Damasco, al frente Emely Dumit Vda. Thomas, anexo al Jardín Primaveral de plantas ornamentales de mi antiguo alumno de la carrera de Sociología, Rafael Calderón. Excelente, limpio, de gran calidad y eficiente servicio. Las novedades –fuera de los quipes en sus tres versiones y los rellenos en todas sus modalidadesfueron las empanadillas de vegetales mixtos, las de espinacas y las de carne. Y la fabulosa repostería, basada en el empleo del hojaldre o masa filo, mantequilla, nueces, almendras, ajonjolí (sésamo) y miel.
El otro establecimiento que ha marcado época es Alí Babá, que mantiene sus puertas abiertas en la Mejía Ricart 79, operado por la familia de don Elías Yarur, procedente de Belén, Palestina. Durante un buen tiempo –al tener mi oficina a una cuadra de distancia- preferí esa saludable comida para poder realizar una jornada corrida, evitando la pesadez de la dieta criolla que incita indefectible a la siesta. El baklawa (hojaldre, nueces y miel) fue mi postre favorito o en su lugar el makrun (dedito de harina, ajonjolí y miel), el mamul
(harina con nueces espolvoreada con azúcar) o el harise (sémola, harina, con nueces o coco, leche, huevo, mantequilla, remojada en agua de flores).
Hoy la ciudad cuenta con nuevas ofertas de la cocina árabe. Al lado de Alí Babá, la Panadería La Libanesa ofrece pan pita, postres y comida para llevar. En la Dr. Defilló no.27, funciona el Middle East, donde se ofrece una sofisticada variedad de estos platillos. En la avenida Abraham Lincoln, la familia Zaiter ha abierto el Zirer´s Grill, ofreciendo una amplia gama de combinaciones a la parrilla, junto a rellenitos y quipes. En la Sarasota, frente al Hotel Embajador, se encuentra Jabibi Kippe Árabe. Y más recientemente, abrió sus puertas en la Roberto Pastoriza, Scherezade, un restaurante de regia arquitectura, inspirado en la fascinante historia de Las Mil y Una Noches, promovido con primor por la familia Scheker Vallejo.”
En las últimas tres décadas, lo más resaltante de esta huella culinaria ha sido Scherezade, un templo de la más soberbia gastronomía libanesa con ingeniosas fusiones de platos mediterráneos e ingredientes de la cocina criolla. Que brilló con firmeza con el buffet ejecutivo diario y el dominical mediterráneo, un menú de clase mundial y facilidades de salones para actos especiales, operando hasta hace poco cuando optó cerrar sus puertas tras 25 años de servicios. Bajo la dirección personalizada y esmeradas atenciones a cargo de Elizabeth Scheker Vallejo y sus hermanos.
En el Club Deportivo Naco, bajo la dilatada presidencia de don Chito Asmar y la sucesiva de Antonio Alma, se mantuvo una espléndida oferta semanal de comida árabe con veladas de belly dance, a precios realmente de ganga, con riquísimos platillos elaborados bajo concesión por la familia Barnitcha Yeara (presente Maritza Yeara) y luego por la chef Maylén Andón Sansur.
Maritza Yeara Yeara y miembros de su apreciada grey han estado abriendo las puertas de su hogar durante 20 años en la Urbanización Solimar, mediante su creación de los Domingos Árabes. Allí acuden para ser atendidos con calor de paisanos numerosos miembros de los más tradicionales linajes de las etnias libanesas, sirias y palestinas de la capital. Así como los amantes de los sabores de su gastronomía.
Pese a las bajas registradas, persisten establecimientos tradicionales de prestigio bien ganado, como Casa Bader en Santiago, cuyo origen se remonta a los hermanos Bader y Lula Fadul Mileh, regenteado ahora por Oneida Fadul. En La Romana, el Shish Kabab de los esposos de origen palestino Elías Giha y Ernestina Elmufdi, ha arraigado por más de medio siglo extendiendo su presencia a otros puntos del Este. La Libanesa, frente al Amigo de la Mejía Ricart, ha incrementado su menú y preservado su calidad superior. Duma Delicias Árabes, en la Rómulo Betancourt, produce uno de los mejores quipes del mercado y comida para llevar.
Otros locales honran la confianza del cliente. Laiali, en la Andrés Julio Aybar 17, es ambiente acogedor con buenos platillos y hermosa belly dancer. Figuran Las Arabitas de Plaza Gazebo de la Sarasota, y Marrakech en la Mejía Ricart 1, con danzas árabes. Sucursales de Hummus Sabores del Desierto. Opciones todas estructuradas “para comerte mejor”.
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