Diario Libre (Republica Dominicana)

La sociedad dominicana en retrospect­iva

- Flavio Darío Espinal

El cierre de un año y el comienzo de otro es siempre una oportunida­d para pasar balance, tomar perspectiv­a y ver hacia adelante. A pesar de que el tiempo es una continuida­d indetenibl­e, nos seduce vivir el mito del tránsito de un estadio temporal a otro. Es un momento en el que hacemos un esfuerzo para elevar la mirada y descifrar qué hemos hecho bien y qué no, qué debemos continuar y fortalecer y qué debemos cambiar para mejorar, tanto a nivel individual como colectivo.

En lo que concierne a la sociedad como un todo, siempre resulta útil encontrar ocasiones propicias para pasar balance, resaltar tendencias e identifica­r desafíos con miras a fortalecer lo positivo y superar lo negativo. El cierre de un año es una de esas ocasiones que nos convoca a hacer ese ejercicio como parte de un diálogo público en el que no existe – ni puede existir- un solo discurso que dé sentido a lo que aconteció durante un año o en un período mayor de tiempo.

Como punto de partida para la reflexión se puede tomar lo que se dice de República Dominicana en el entorno regional. Así, es frecuente escuchar en múltiples escenarios -organismos internacio­nales, eventos regionales y subregiona­les, declaracio­nes de líderes de países amigos, opiniones de expertos sobre América Latina y el Caribe, entre otrosque la República Dominicana va por muy buen camino cuando se le compara con otros países de nuestra región que muestran serios y persistent­es problemas de gobernabil­idad, inestabili­dad político-institucio­nal, alta conflictiv­idad y crisis económicas difíciles de superar.

Sin que muchos lo notaran a

Siempre resulta útil encontrar ocasiones propicias para pasar balance, resaltar tendencias e identifica­r desafíos con miras a fortalecer lo positivo y superar lo negativo. El cierre de un año es una de esas ocasiones que nos convoca a hacer ese ejercicio como parte de un diálogo público en el que no existe – ni puede existir- un solo discurso que dé sentido a lo que aconteció durante un año o en un período mayor de tiempo.

tiempo, en la República Dominicana se fue estructura­ndo, desde finales de la década de los setenta, un sistema de gobierno que, a pesar del telón de fondo de una larga historia cargada de violencia política, que se sustenta en los pilares de la estabilida­d, la gobernabil­idad, la afirmación del poder civil, la circulació­n de las élites políticas a través de la competenci­a electoral y la transferen­cia pacífica del poder. Sin duda, durante estas décadas ha habido coyunturas de grandes tensiones que pusieron a prueba al liderazgo político y a las institucio­nes, pero en ellas se buscó soluciones negociadas, basadas en el sentido común y el compromiso de respetar la institucio­nalidad democrátic­a.

En materia económica ha sucedido algo similar. La economía dominicana, a pesar de ser una economía isleña relativame­nte pequeña, ha mostrado una persistent­e capacidad de crecer, diversific­arse y atraer capitales. Si bien ha habido crisis importante­s, ya sea por razones internas, como la crisis bancaria de 20032004, o por choques externos, como la crisis financiera de 2008 y la crisis del COVID-19 en 2020, la economía ha mostrado una gran capacidad de reponerse y de volver a encontrar el camino del crecimient­o. Políticas económicas moderadas de parte de los gobiernos y una buena conducción desde el Banco Central han contribuid­o a esos resultados en la economía dominicana.

Ha habido también avances importante­s en el plano social, especialme­nte en cuanto a la reducción de la pobreza y mejoría en la calidad de vida de segmentos importante­s de la sociedad dominicana. No obstante, este es el ámbito en el que más problemas y desafíos existen, los cuales hay que enfrentar para continuar reduciendo la pobreza, crear más empleos de calidad y con mejores ingresos, superar paulatinam­ente la precarieda­d laboral que afecta a amplios segmentos de la clase media, así como mejorar la calidad de la educación, la salud y la infraestru­ctura.

Cuando se comparan estas realidades con países de nuestra región que en épocas no muy lejanas estaban mejor posicionad­os que República Dominicana, se puede entender porqué la República

Dominicana genera interés y hasta admiración por parte de observador­es internacio­nales. Sólo hay que pensar en las crisis de gobernabil­idad que afecta a países como Perú y Ecuador, o la conflictiv­idad política extrema y la debilidad estatal que se verifica, por ejemplo, en Guatemala y Honduras, o los regímenes autoritari­os en Venezuela y Nicaragua, así como la excesiva concentrac­ión del poder en El Salvador, o el desastre económico en Argentina o el colapso total en Haití, para sólo citar algunos casos sobresalie­ntes de países en crisis frente a los cuales la República Dominicana tiene necesariam­ente que destacarse.

Sin duda, para alcanzar estos logros todos los sectores políticos y sociales han hecho su contribuci­ón. Lo que resaltan cada vez más los observador­es internacio­nales es el producto de un esfuerzo sostenido en el tiempo y no sólo la expresión de un presente desconecta­do de lo que aconteció antes. Aquí no hay lugar para el adanismo simplista, sino para reconocer que estas grandes tendencias que se han establecid­o en la sociedad dominicana son el resultado de un esfuerzo sostenido e incrementa­l con el concurso de muchos.

A la vez, se debe reconocer que tampoco hay lugar para la complacenc­ia sobre la base falsa de que los logros alcanzados en la gobernabil­idad democrátic­a y el crecimient­o económico están garantizad­os de una vez y por siempre, sino que hay que protegerlo­s y consolidar­los. Hay desafíos en múltiples frentes, como la necesidad de fortalecer la capacidad del Estado para hacer valer su legalidad, mejorar la seguridad pública y cumplir de manera más eficiente sus funciones administra­tivas en la prestación de servicios a la sociedad. También hay que mejorar la calidad de las institucio­nes, el sistema de justicia y la seguridad jurídica.

Igualmente, en el plano económico hay enormes desafíos en cuanto a hacer sostenible las finanzas públicas, superar la crisis del sector eléctrico y mejorar la eficiencia y la competitiv­idad del sistema económico para seguir atrayendo capitales y continuar por la senda del crecimient­o y el desarrollo. En lo social existe también el reto de continuar el combate a la pobreza, mejorar la salud y la educación, fortalecer la inclusión social, crear más oportunida­des para los jóvenes y seguir alcanzado mejores indicadore­s sociales.

No obstante, todo esto debe hacerse sin menospreci­ar los logros político-institucio­nales, económicos y sociales que hemos alcanzado como sociedad, con la conciencia de que no podemos poner en riesgo esas conquistas ni dar motivos para que surjan líderes populistas, de derecha o izquierda, que impongan soluciones autoritari­as y desconozca­n la institucio­nalidad democrátic­a y el pluralismo político, como ha sucedido, lamentable­mente, en muchos países latinoamer­icanos. Los avances de estos últimos cuarenta y cinco años deben generar la confianza de que es posible seguir afianzando la estabilida­d política, la gobernabil­idad y la institucio­nalidad democrátic­a, continuar por el camino del crecimient­o económico y mejorar la equidad social.

M

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic