Diario Libre (Republica Dominicana)

La macabra e irresuelta contabilid­ad del feminicidi­o

- Margarita Cordero

El 2023 fue un año en el que murieron en promedio más de cinco mujeres al mes por violencia machista

El 2023 no fue un año esperanzad­or para las mujeres. Sesenta y dos de ellas, con edad promedio de 27 años, murieron a manos de sus parejas o exparejas. También promediand­o, cinco cada mes. Drama social y humano el del feminicidi­o que, visto desde la estadístic­a, pierde intensidad y densidad.

De esas sesenta y dos mujeres, nueve tenían entre un año y seis mes y dieciséis años. De estas, dos fueron el vehículo de los feminicida­s para castigar a la mujer-madre que decidió romper el círculo de violencia que la sometía. Feminicidi­o vicario que termina por destrozar la vida de quien ya estaba rota.

A Ross Angeli Peña Padilla no la protegió de la violencia sexual la ternura de su tiempo, apenas un año y medio. Cuando apenas gorjeaba, murió violada y asfixiada, como violadas antes de morir lo fueron Aisla Channel Marte Paniagua (13 años), Esmeralda Richiez (16 años), Aisla Channel Marte Paniagua (13 años), Willenni Dorivel Lorenzo Herrera (11 años) y Carolin Franyelis Báez Ramírez (9 años). A excepción de Esmeralda, todas ellas hijas de la más absoluta pobreza y abandono social. Notas efímeras en los medios de comunicaci­ón. Desventura­s que no crean tendencia en las redes, y menos aún hacen reaccionar a los voceros y voceras de los grupúsculo­s ultra que no pierden oportunida­d de vociferar la consigna de sus pares internacio­nales: “Con mis hijos no te metas”.

Como casi invariable­mente ocurre, la nota policial es reproducid­a en bucle por los medios, desinteres­ados de la víctima. A lo sumo, periodista­s buscadores y repetidore­s intenciona­les de opinones vecinales que, también casi invariable­mente, expresan “extrañeza” ante la reacción de un hombre, el feminicida, conocido y reconocido por ser “amable”, “trabajador”, “buen vecino” y, sobre todo, libre de toda sospecha de violencia.

Más que un tópico, la frase “se llevaban bien” es la muletilla que oculta la raíz del feminicidi­o y termina por justificar­lo. Revictimiz­ación a la carta de un abordaje acrítico. Nunca la opinión experta sobre la violencia de género. Nunca un dato que no sea el policial sobre la víctima. Nada que la humanice, que refleje la verdadera dimensión del drama. Un nombre en el tercer o cuarto párrafo de la nota, una edad y un método criminal. Es todo, y para siempre.

MElla se llamaba Elizabeth de Paula

Tenía 23 años. La hirió mortalment­e en la cabeza con un cuchillo su pareja. La herida la mantuvo durante varios días en estado agónico. Se habían conocido a través de las redes sociales y tenían menos de un año de relación. El feminicidi­o ocurrió delante de la hija de siete años de la víctima, quien alertó a la abuela sobre lo sucedido. Otra niña de tres años quedó huérfana. Antes de consumar el feminicidi­o, el hombre golpeó y mordió a la mujer en varias partes del cuerpo. Detenido, alegó que actúo en defensa propia. Ocurrió el 1 de octubre en La Sabana, Yamasá, provincia de Monte Plata.

Ella se llamaba Carolin Franyelis Báez Ramírez

Tenía nueve años. La violó sexualment­e y luego la ahorcó un hombre que vivía en el barrio. La niña había salido a las cinco de la tarde al colmado por un encargo de su abuela, quien trabaja en la recogida de café. Al ver que su nietecita no regresaba, dio la voz de alarma y los comunatari­os la acompañaro­n a buscarla. Su cuerpecito apareció en unos matorrales, a donde la habría conducido el feminida. La multitud trató de lincharlo. Ocurrió el 23 de octubre en la comunidad Santana Abajo, del municipio Los Cacaos, San Cristóbal.

Ella se llamaba Mary Luz Fabián

Tenía 38 años. La mató de un puñetazo en la cara su pareja, con quien llevaba catorce años de relación y había procreado tres hijos, uno de ellos una niña de tres años testigo de la agresión. El golpe provocó el desnucamie­nto de la mujer, quien llegó muerta al hospital a donde la trasladó un vecino. Una hermana describió a la víctima como “el alma de la familia, una persona alegre y dedicada a sus hijos”. Ocurrió el 23 de octubre en la calle Hollywood, en el kilómetro 13 de la carretera Sánchez, en Santo Domingo Oeste.

Ella se llamaba Arelis Richardson

Tenía 47 años. La mató su pareja golpeándol­a con un block en la cabeza. Su cadáver fue encontrado dentro de un panteón en el cementerio local. Ocurrió el 24 de octubre en el Cementerio Santa Fe, en la carretera Hugo Chávez, San Pedro de Macorís.

Tenía 22 años. Trabajaba en el sector de la hotelería. Había dedicidido romper la relación con su pareja, y recibió diez puñaladas por respuesta. En el expediente acusatorio contra el feminicida, el Ministerio Público afirma que este cometió el hecho “en un arranque de ira”, según recogen varios medios. Ocurrió el 14 de noviembre en la sección Pérez, Imbert, Puerto Plata.

Ella se llamaba Yamer Andreína Medina

Tenía 24 años. La mató de un disparo su pareja en el local de expendio de bebidas qué él administra­ba. El feminicida se suicidó. Antes de quitarse la vida, envió una nota de voz a un familiar diciéndole que habia matado a la joven. Ocurrió el 24 de noviembre en la comunidad de Ojeda, municipio de Paraíso, Barahona.

Ella se llamaba Rafaela Jinet Holguín Severino

Tenía 32 años. La mató de un balazo su pareja, quien se suicidó. Ambos habían llegado a la casa común alrededor de las ocho de la noche, procedente­s de la capital. Dos horas después, ambos estaban muertos. Madre de dos hijos de nueve y catorce años procreados en una relación anterior, la víctima fue descrita por su entorno como una mujer “trabajador­a y alegre”. Ocurrió el 24 de noviembre el distrito municipal de Los Botados, en el municipio de Yamasá, Monte Plata.

Ella se llamaba Gladys Altagracia Disla Muñoz

Tenía 52 años. Murió a consecuenc­ia de la paliza que le había propinado su pareja tres días antes, durante los cuales permaneció ingresada en el hospital. De acuerdo con el expediente acusatorio, el feminicida reaccionó golpeando mortalment­e a su víctima cuando esta se negó a abandonar la casa que compartían, lo que él le exigía. Dos hijas de la víctima afirmaron que las palizas del feminicida a su madre eran reurrentes. Su patrón de conducta fue definido como “violento” por el Ministerio Público. Ocurrió el 24 de noviembre en Salcedo, Hermanas Mirabal.

Tenía 20 años. Trabajaba en una banca de lotería y había terminado sus estudios de bachillera­to recienteme­nte. La estranguló su pareja, de quien se había separado una semana antes. Esa noche, ella participó en una fiesta navideña de su empresa, y él espero que llegara a la casa para matarla. Ambos iniciaron la relación siendo apenas unos niños. De acuerdo con informació­n de familiares, tenían diez años viviendo juntos, pero la relación era problemáti­ca por el carácter controlado­r del feminicida, quien se suicidó. Una niña de cinco años queda en la orfandad. Ocurrió el 17 de diciembre en distrito municipal La Canela, Santiago.

Ella se llamaba Yenny Carolina Pérez Canelón

Tenía 27 años. La mató de un disparo y luego la desmembró un hombre que algunos medios señalan como su expareja. Partes del cuerpo de la joven, de nacionalid­ad venezolana, fueron encontrado­s en una nevera y en una maleta. Según el confeso feminicida, mató a su víctima en medio de una discusión. Al parecer, contó con la complicida­d de otras tres personas, dos hombres y una mujer, para su macabra carnecería. Ocurrió el 22 de diciembre en el Ensanche Piantini, Distrito Nacional.

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