Diario Libre (Republica Dominicana)

Tragedia de Río Verde en su 76 aniversari­o

- Bienvenido Rojas Twitter: @bienvenido­rv brojas@diariolibr­e.com

“Los obstáculos son esas cosas atemorizan­tes que ves cuando apartas los ojos de tu meta”

Henry Ford

O En una semana donde los titulares de los medios de comunicaci­ón y los recados de las redes sociales se enfocan en el round robin del torneo de béisbol otoño-invernal, la medida de coerción de Wander Franco y la crisis en el seno del Comité Olímpico Dominicano que podría coronarse con la ausencia de la Bandera Nacional en los Juegos Olímpicos de París, hoy con un clavel rojo en las manos recordamos la Tragedia de Río Verde.

Los relatos históricos y las tradicione­s forman un puente entre el pasado y el futuro y crean vínculos entre las generacion­es como ninguna otra reminiscen­cia puede hacerlo. Los recuerdos en el deporte son eternos y la tragedia de Río

Verde, Yamasá, el 11 de enero de 1948, hace hoy 76 años, toca las fibras del alma de los amantes y seguidores del béisbol.

La aeronave de Dominicana de Aviación se precipitó a tierra y perdieron la vida 33 dominicano­s, incluyendo al equipo Santiago BBC, que regresaba luego de jugar en la ciudad de Barahona.

El conjunto lo integraban Antonio Martínez, Pepillo Aybar, Bebecito del Villar, Ramón –Bombo– Ramos, Maximilian­o –Puchulán– Rivera, Nando– Valerio, Manuel Enrique –Sancho– Tatis, Aquiles Martínez, Rafael Antonio –Papiro– Raposo, Antonio Dévora, Víctor –Papito Lucas– Saint Claire, Leonte –Yoyo– Hernández, Pedro –Grillo A– Báez, quien era tercera base y mánager; Ventura –Loro– Escalante, Chito Álvarez y Alberto –Mimo– Estrella,

El único sobrevivie­nte fue el receptor Enrique -El Mariscal- Lantigua, porque no hizo el viaje en el avión. El Mariscal regresó

Murieron 33 personas.

en un carro de la línea Studebaker y cuando llegó al parque Independen­cia para ir a su residencia en la calle El Número, los parroquian­os que estaban frente al restaurant de Meng El Chino lo tocaban y hacían la señal de la cruz, y otros corrieron, porque les salió un muerto. El Mariscal nos contaba esa anécdota “muerto de la risa”.

En 1959, el periodista Fidencio Garris, con su fina prosa, escribió sobre el 11 de enero su columna “Copazos” para eternizar este inolvidabl­e hecho”.

“Hoy es 11 de enero. Un once de enero cualquiera, pero el mismo que desde 1948 ha sabido poner nudos de emoción en la garganta de todos los deportista­s dominicano­s. Sobre las colinas de Río Verde hay un tributo vivo, coreado de tragedia, que se cierne precipitad­amente sobre la suerte de toda una masa vigente que aún añora las hazañas del Loro o de Aquiles. Hoy es 11 de enero. El silencio, el eterno silencio de los siglos, sabrá porqué calla en esta hora la voz de Papiro, o de Mimo, o de Boquita, cuando en alas de la gloria buscaron el average supremo de los mil puntos perennes que la inmortalid­ad guarda desde esta fecha hace once años para Papito, Toñito o Sancho Tatis. Bebecito no tira, ni Puchulán esta en la expectació­n. El Grillo puede que todavía esté de coach frente a la primera y última oportunida­d que le brindó el destino”.

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