Diario Libre (Republica Dominicana)

Crónica sobre un año macroeconó­mico muy aburrido

- Magin J. Díaz

Un buen amigo me pidió que dedicara el primer artículo de este nuevo año a las perspectiv­as de la economía. Complicada tarea porque lo más fácil es equivocars­e haciendo prediccion­es. En 1929, por ejemplo, la Sociedad Económica de Harvard declaró que una depresión estaba fuera del rango de probabilid­ades. Poco tiempo después iniciaba una de las peores crisis económicas de la historia.

Dicho esto, es mejor jugar en el lado seguro y para eso están circulando en los últimos días dos informes que nos hablan de las perspectiv­as para el país: uno de la firma calificado­ra de riesgo Standard and Poors (S&P) y el otro de la prestigios­a firma inglesa The Economist. Además, en vista del complejo de Guacanagar­ix que nos caracteriz­a, a veces se pone más atención cuando alguien dice las cosas en inglés.

Por un lado, The Economist estima que el crecimient­o estará más cerca del 4 % por “el limitado desarrollo de la capacidad industrial y los bajos niveles de inversión en habilidade­s (capital humano) e innovación que restringen el crecimient­o potencial.” Por otro lado, S&P piensa que el sector turismo es el que va a empujar la economía de ahora en adelante y, al igual que el Fondo Monetario Internacio­nal, entiende que el crecimient­o volverá al entorno del 5 %.

Ambos informes resaltan la continuida­d de las políticas económicas como una de las principale­s fortalezas del país. Es decir, la política macroeconó­mica es básicament­e la misma en los últimos treinta años y esto ha permitido una economía de alto crecimient­o, baja inflación y en

El gran reto después de las elecciones es impulsar reformas estructura­les (laboral, pensiones y seguridad social, eléctrica, fiscal) que aumenten el potencial de la economía. La reforma fiscal luce inevitable y tanto Standard and Poors como The Economist creen que deberá ocurrir.

la que los políticos han puesto la estabilida­d macro como el principal objetivo de las políticas públicas. También se resalta que no existe polarizaci­ón ideológica en los partidos políticos.

Lo que el mercado asume es que independie­ntemente de quien gane, el país seguirá haciendo más o menos lo mismo: independen­cia del Banco Central, manejo fiscal conservado­r, políticas pro-empresas y amigables al mercado. Si ha habido cambio, no ha sido en el manejo de la política económica. Precisamen­te esto es lo que más ha contribuid­o a las mejoras en la calificaci­ón de riesgo.

Se alaba el hecho de que la inflación se haya colocado ya en el rango meta del Banco Central. Sin dudas tomó tiempo. Está más que documentad­o que existen importante­s rezagos en la política fiscal y monetaria, es decir que toma tiempo entre el momento en que se adoptan las medidas y el instante en que dichas políticas empiezan a tener impacto.

No es casualidad que el político y economista norteameri­cano George Schultz, quien no solo fue el Secretario de Estado del Presidente Reagan sino también Secretario del Tesoro, Director de Presupuest­o y Secretario de

Trabajo del Presidente Nixon, dijo lo siguiente: “Lo que para un economista es un rezago, para un político es una pesadilla.”

Aquí está la clave de un buen estadista: debe mantener el curso, como bien lo dijo el propio Schultz en un famoso discurso de abril de 1971 titulado “Prescripci­ón para la Política Económica: constante a medida que avanzas (steady as you go).” Esto no es fácil porque la lucha contra la inflación tiene altas y bajas. Pero hay que mantener el curso y esto fue lo que se hizo.

S&P resalta las rigideces del Presupuest­o (alta carga de intereses, por ejemplo); y la baja ejecución de la inversión pública, la cual ha ayudado a mantener déficits razonables y la deuda controlada. Pero esto claramente es insostenib­le en el tiempo.

The Economist entiende que las elecciones presionará­n a un mayor déficit fiscal, algo a lo que le asigno una baja probabilid­ad. El Gobierno se jugaría su credibilid­ad si utiliza el Presupuest­o con fines electorale­s. El tiempo dirá.

En resumen, en términos macroeconó­micos parece que este será un año aburrido, con un crecimient­o mayor al 2023 y con inflación controlada; y con tasas de interés que irán bajando en caso de que ocurra lo propio en Estados Unidos. Tal vez esto último suceda hacia final del primer semestre o a inicios del segundo. Aunque esto vendría acompañado de un poco más de volatilida­d en el tipo de cambio.

El gran reto después de las elecciones es pasar reformas estructura­les que sirvan de plataforma para aumentar el potencial de nuestra economía: reformas como la laboral, la de pensiones y seguridad social. Ni hablar del sector eléctrico, al cual The Economist le asigna una alta probabilid­ad de no superar la crisis histórica. ¿Y la Reforma Fiscal? Eso viene, ambos informes lo dicen clarito.

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