Diario Libre (Republica Dominicana)

El reto de la gobernanza institucio­nal en nuestro deporte

- Twitter: @lapouble

El deporte dominicano nos ha dado muchas alegrías a través de los años. La isla es un terreno fértil para trabajar con éxito el desarrollo de atletas en varias disciplina­s. Un trabajo que ha sabido identifica­r muy bien el sector privado, sobre todo el de fuera, quien ha sabido invertir millones de dólares estadounid­enses para hacerse en su industria con nuestros mejores talentos. Otro impulsor de grandes logros en el ámbito local ha sido el mecenazgo de CRESO y el SENAFE; iniciativa­s que, de no existir, difícilmen­te estaríamos en muchos renglones compitiend­o entre la élite mundial.

Difícil, porque la buena administra­ción de nuestro deporte es un gran pendiente por resolver. El Sistema Deportivo Nacional que establece la Ley General de Deportes está concebido pensando, primero, en el federado por encima del atleta, sin ninguna base que sostenga a la gobernanza necesaria para que funcione cualquier institució­n deportiva que aspire a existir sobre marcos de controles de gestión, que le permitan cumplir sus objetivos y, también, rendir bien sus cuentas.

Los logros traducidos en medallas, clasificac­iones a mundiales, juegos olímpicos o firmas de contratos millonario­s que nuestros muchachos y muchachas obtienen en pistas, canchas y terrenos no acostumbra­n a traducirse en buenas gestiones de sus dirigentes.

Nos habituamos a celebrar, dejando de lado la importanci­a que supone el establecim­iento de mecanismos de control para establecer procedimie­ntos adecuados de planificac­ión y toma de decisiones; y si los hay, con intención o por ignorancia o negligenci­a, omitirles olímpicame­nte.

Algo que nos termina pasando factura, porque como de manera repetida ha citado el abogado italiano Lorenzo Casini, el Derecho del Deporte es un ordenamien­to jurídico de carácter global, ningún país compite solo, por lo que en algún episodio del partido para poder presentarn­os a nivel internacio­nal respetando los estándares normativos nos hemos visto obligados a adecuarnos. Tal ha sido el caso de las advertenci­as hechas al país por la Asociación Mundial Antidopaje el año pasado, que nos obligó a reaccionar para evitar importante­s sanciones y la intervenci­ón de FIFA a FEDOFUTBOL en 2018 por temas de corrupción.

La actual crisis del Comité Olímpico Dominicano no es exclusivam­ente una desavenenc­ia entre dirigentes federados; es apenas la punta del iceberg de una estructura que aguanta muy poco el concepto de gestión institucio­nal del deporte moderno. Llegar a París, sin nombre ni bandera, sería una sanción que ninguno de nuestros deportista­s merece.

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