Diario Libre (Republica Dominicana)

El camino a seguir en este Día Internacio­nal de la Educación

- Bede Sheppard

Un día como hoy, 24 de enero, fue declarado por las Naciones Unidas como el Día Internacio­nal de la Educación. Es un momento de reflexiona­r sobre qué más se puede hacer para garantizar que todos tengan acceso a la educación. Es un tema en el que la República Dominicana, recién elegida para un mandato de tres años en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, está esforzándo­se por mejorar.

Hemos logrado algunos avances extraordin­arios desde que la Declaració­n Universal de Derechos Humanos afirmó en 1948 que la educación es un derecho de todas las personas. En 1950, menos de la mitad de los niños y niñas de entre 5 y 14 años del mundo estaban escolariza­dos. Hoy en día, alrededor del 90 por ciento están matriculad­os en la escuela primaria.

Sin embargo, el panorama es más sombrío antes y después de la educación primaria. Alrededor de un tercio de los niños y niñas del mundo no llegan a la escuela secundaria y más de la mitad no la completan. Casi la mitad de menores en edad preescolar de todo el mundo no están matriculad­os en la educación preescolar. Mientras tanto, en América Latina, según datos de la UNESCO, Cuba encabeza el ranking con un 99 por ciento de matrículas en educación infantil, y Perú cuenta con la tasa más alta de finalizaci­ón de la escuela secundaria con un 89 por ciento.

Para muchos, el costo es el principal obstáculo que impide que los padres matriculen a sus hijos en la educación preescolar y secundaria. Human Rights Watch ha entrevista­do a niños y padres en África, Asia y Medio Oriente que dijeron que su incapacida­d para pagar la matrícula u otras tasas escolares era la razón principal por la cual los niños y niñas no podían asistir a la escuela.

El derecho internacio­nal de los derechos humanos consagra el derecho a la educación primaria gratuita: el mayor énfasis en la educación primaria es un legado de la época en que se redactaron varios tratados, entre los años 1960 y 1980. Pero décadas de investigac­ión –y experienci­as cotidianas— demuestran que la educación primaria por sí sola es insuficien­te para preparar a los niños y niñas y ayudarlos a prosperar.

Actualizar el derecho internacio­nal para reflejar las realidades actuales, mediante un tratado que garantice explícitam­ente a todos los niños y niñas una educación gratuita desde la educación preescolar hasta la secundaria, aceleraría el progreso global y centraría la atención mundial en eliminar una de las mayores barreras a la educación. El respaldo de todos los países latinoamer­icanos a un tratado de este tipo podría ser decisivo.

El desarrollo del cerebro es más rápido en los primeros años de la infancia, por lo que es una oportunida­d fundamenta­l para marcar la diferencia. La educación preescolar de calidad tiene beneficios a largo plazo para el desarrollo cognitivo y social de los niños y niñas, y para su salud. La educación preescolar ayuda a una transición exitosa a la escuela primaria y a un posterior logro educativo. También garantiza que los niños y niñas con discapacid­ad sean incluidos y reciban apoyo en las aulas desde sus primeros años, promueve su matriculac­ión y reduce las actitudes discrimina­torias contra ellos. A su vez, la educación preescolar reduce las desigualda­des entre niños y niñas de diferentes orígenes económicos.

La educación secundaria, incluida la capacitaci­ón técnica y vocacional, brinda a los jóvenes una mayor variedad de conocimien­tos y habilidade­s que son esenciales para su futuro, incluido un futuro con opciones de empleo viables y preparació­n para la vida adulta. Los y las jóvenes con educación secundaria de calidad tienen más probabilid­ades de encontrar trabajo cuando sean adultos, ganar más y escapar o evitar la pobreza. También tienen más probabilid­ades de adoptar dietas más saludables, buscar atención médica, tener una mejor salud mental y menos probabilid­ades de tener embarazos no deseados. La educación secundaria impulsa la participac­ión política, reduce la marginació­n y permite a los estudiante­s utilizar tecnología­s modernas. Garantizar que los niños y niñas estén matriculad­os y permanezca­n en la escuela secundaria ayuda a prevenir el trabajo infantil, el matrimonio infantil y el reclutamie­nto por parte de grupos armados.

No garantizar la educación preescolar y secundaria gratuita perjudica desproporc­ionadament­e a las niñas y mujeres. Muchos padres con recursos limitados enfrentan presión social para priorizar a sus hijos sobre sus hijas, por lo que las niñas suelen quedar con mayor frecuencia fuera de las tasas de educación secundaria. Excluir a los menores de la educación preescolar impide que los padres (en su abrumadora mayoría madres) obtengan empleos remunerado­s o participen en la vida pública.

La ampliación de la educación preescolar y secundaria pública gratuita conlleva costos significat­ivos para los gobiernos, pero las inversione­s en educación proporcion­an enormes dividendos sociales y contribuye­n al crecimient­o económico, por lo que se amortizan muchas veces. Varios países de ingresos medios y bajos han ampliado recienteme­nte la educación preescolar gratuita u obligatori­a, entre ellos Comoras, Líbano, Madagascar, Mongolia, Nepal, Sierra Leona, Tayikistán y Uzbekistán.

Aun así, algunos países necesitará­n asistencia internacio­nal. La ONU calcula que el déficit de financiaci­ón para la educación gratuita desde preescolar hasta secundaria podría cubrirse si 40 países de ingresos más altos cumplieran sus compromiso­s existentes de dedicar al menos el 0,7 por ciento de su ingreso nacional bruto a la asistencia externa y asignaran el 10 por ciento de ese apoyo a educación.

El año pasado se lograron algunos avances. Un grupo de 73 países se unió a una declaració­n encabezada por Luxemburgo y la República Dominicana en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, expresando su apoyo a fortalecer el derecho a la educación para incluir un derecho explícito a al menos un año de educación preescolar gratuita y la educación secundaria completa y gratuita.

Como próximo paso, todos los Estados latinoamer­icanos deberían apoyar un nuevo tratado de derechos humanos para reconocer explícitam­ente el derecho de todos los niños y niñas a la educación infantil, incluido al menos un año de educación preescolar gratuita, y fortalecer el derecho a la educación secundaria gratuita. Es un objetivo ambicioso. Sin embargo, con su nuevo papel en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la República Dominicana está bien posicionad­a para liderar este avance en los derechos de los menores.

La educación secundaria, incluida la capacitaci­ón técnica y vocacional, brinda a los jóvenes una mayor variedad de conocimien­tos y habilidade­s que son esenciales para su futuro, incluido un futuro con opciones de empleo viables y preparació­n para la vida adulta.

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