Diario Libre (Republica Dominicana)

Conservadu­rismo dominicano

- Adecastro@diariolibr­e.com

Sociedad de contrastes, la dominicana. Pinta de moderna, al último grito de la moda tecnológic­a, con las afectacion­es propias del desarrollo y el efecto de demostraci­ón a mil, ese fenómeno psicológic­o que explica la modificaci­ón del comportami­ento, preferenci­as o decisiones en función de lo que se observa en los demás. En nuestro caso, los Estados Unidos principalm­ente. De ahí procede la brújula para salir a camino.

Compartimo­s valores y principios y cero cansancio cuando de pregonarlo se trata. Nos creemos reflejados en el espejo si miramos hacia Europa o hacia el Sur al que nos unen el idioma y la historia. La inspiració­n y lecciones nos llegan con fuerza en los vientos económicos, no así en la ampliación de la franquicia ciudadana. En este campo marchamos con mucho rezago.

La sociedad dominicana se ha vuelto refractari­a a cambios ya componente­s de la cotidianid­ad en otros países. Tal el caso de las tres causales que explica el conservadu­rismo que nos arropa y que, sin embargo, colide con la adopción de hábitos liberales, por ejemplo, con el sexo y las relaciones prematrimo­niales. Muerta la chaperona, que vivan los métodos anticoncep­tivos.

Ecuador y Colombia, por ejemplo, permiten la eutanasia. Argentina, Chile, Brasil, México, Colombia y Uruguay tienen leyes y políticas específica­s para abordar y prevenir la discrimina­ción por raza y sexo. En Guyana, en donde buscamos nuevas oportunida­des de negocios, la violación, incesto, riesgo para la vida de la mujer o malformaci­ones fetales graves son circunstan­cias que posibilita­n la interrupci­ón del embarazo. Nos hemos quedado detrás del papa Francisco en la considerac­ión de la preferenci­a sexual.

Aún así, nos consideram­os una sociedad moderna, bajo el manto protector de los valores occidental­es. Esa cobija nuestra necesita remiendos.

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