Diario Libre (Republica Dominicana)
Luis Rivas y los Diablos Ecológicos: el plástico convertido en arte y tradición
El ojo de Luis Rivas está entrenado para descubrir arte y belleza donde el resto de los mortales no los vemos Esto le permite transformar materiales de desecho en un deslumbrante espectáculo visual con el que recrea la tradición del carnaval
SANTO DOMINGO. Como el artista más creativo y original del carnaval dominicano lo define Dagoberto Tejeda, el estudioso por excelencia de estas manifestaciones. En efecto, Luis Rivas reelabora la tradición aunando técnica y creatividad con los que crea disfraces que cautivan por su vistosidad y su nivel de detalle.
Si a ello le añadimos conciencia ecológica, tenemos una de sus recientes creaciones, la comparsa de los Diablos Ecológicos de San Cristóbal, una iniciativa que ideó durante la pandemia y que se ha proyectado al mundo a través de las redes sociales.
Materiales tan humildes como botellas, galones, tapas, chapitas, latas de conserva, rolos, trapos, afeitadoras, espejitos, hasta cepillos dentales, cobran corporeidad, luz, movimiento, sonido en las manos del artista, que los mezcla con gran libertad.
Así, Luis Rivas nos alerta contra la contaminación producida por los residuos plásticos, que amenaza nuestra salud. Cada año se produce en el mundo 400 millones de toneladas de residuos de este material, que pueden perdurar hasta cuatro siglos.
Graduado de Diseño Gráfico de Chavón, Rivas ha estado vinculado al carnaval desde la adolescencia pues ya participaba en las comparsas del liceo donde estudiaba.
Una identidad para San Cristóbal
“La idea era crear una identidad para San Cristóbal. A mí me nombran rey del Carnaval de San Cristóbal y entonces me siento con una deuda con mi pueblo, pero no lograba el personaje. Quería algo con contenido y entonces decidí abordar el reciclaje de residuos”.
“Empecé haciendo máscaras a partir de un galón de plástico sucio, lo lavaba, lo empezaba a cortar y transmitía el proceso por las redes. Aunque el peligro real es el foam, que no he abordado aún. El plástico ya lo están reciclando muchas empresas, pero el foam, muy poco”.
Con todas esas máscaras preparó en 2021 la exposición “El diablo viste de plástico” y entonces fue a por el traje. Nacía así el Diablo Ecológico.
La comparsa ya ha participado en dos desfiles nacionales (este será su tercer año). Y ya han ganado premios, concretamente,
La creatividad y el magisterio de Luis Rivas han llegado también a Cabarete. Acaba de crear un personaje para este carnaval, el Sankijuelo, una combinación de sankipanky y diablo cojuelo inspirada en la vida de este pueblo. Su careta tiene la peculiaridad de estar tejida. el tercer lugar en la categoría de Creatividad Popular en el Desfile Nacional del año 2022.
La comparsa y su función social
Luis Rivas se ha percatado de la función social que se puede ejercer. “Hay un muchacho que tenía mal comportamiento y yo lo quería expulsar del grupo. Al final, otros con mejor comportamiento se fueron, pero ese que quería expulsar se ha convertido en un gestor cultural que ahora busca a otros y tiene a la familia completa metida en la comparsa”.
“Se está haciendo un trabajo. Tienen que llenar una cuota, deben recoger todas las tapas que encuentran para usarlas en sus disfraces. A veces salimos a limpiar, por ejemplo, al mercado de San Cristóbal, que está rodeado de basura, y a algunos parques”.
Habla sobre uno de sus orgullos, el taller impartido a unos 25 adolescentes y jóvenes de San Cristóbal durante la pandemia. Su visión abarca un proyecto integral que incluya, además, limpieza de playas, concientización a comunidades vulnerables, pero para eso se requiere un financiamiento que no ha encontrado todavía.
Luis Rivas concibe las comparsas como “proyectos sociales que permiten capacitar a los jóvenes y convertirlos en artesanos y gestores culturales”. Y a la
Luis Rivas es graduado de Diseño Gráfico de Chavón.
vez que transmite su técnica, contagia su concepción de la vida y del arte, que se levanta sobre estos pilares: identidad, conciencia ecológica, autenticidad y respeto por lo popular.
Un día cualquiera puede desplazarse a un lugar de San Cristóbal e improvisar un taller con los niños que encuentra a su paso. Solo requiere un galón, un cuchillo prestado y su ingenio. Estas actividades son una fuente constante de gratificación para él y de estímulo para los entusiasmados aprendices. Quién sabe qué artista se está forjando en esas llamas.
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