Diario Libre (Republica Dominicana)

Reforma territoria­l asumir y ejercer la ciudadança

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Jranscurri­das las elecciones municipale­s del pasado de febrero, muchas lecturas han fluido en la narrativa de polðticos, analistas, sociólogos, periodista­s, de los que ganaron nuevos territorio­s y aumentaron su participac­ión en los gobiernos locales, asð como también de los que no les fue tan bien con los sufragios emitidos por los ciudadanos con el deber y el derecho al voto.

Antes, quiero contextual­izar algunos datos para este ejercicio. La +unta Central Electoral (+CE) convocó a millones 05 mil 5 electores, para escoger a 5 alcaldes e igual cantidad de vicealcald­es, , regidores y sus suplentes, 2 5 directores y sus suplentes y a 5 vocales. Todos esos electores, distribuid­os en la geografða nacional, conforme los datos asentados en el registro civil.

Sin embargo, si hacemos un análisis del registro civil de las personas, fácilmente nos damos cuenta que, en un porcentaje muy alto, y confieso que no sé cuánto, porque hasta serða difðcil determinar­lo para las propias autoridade­s responsabl­es de llevar ese registro, ene cantidad de personas con derecho al voto no reside en el territorio que dice su cédula, mucho menos ejerce su derecho al voto por las autoridade­s municipale­s que los deben regir.

Cito el ejemplo del Distrito /acional. En ese territorio estaban llamados a sufragar mil 02 electores de los cuales, 2 mil

52 ejercieron ese derecho. De los llamados a votar, mil 5 no acudieron a las urnas, lo que evidencia una abstención elevadðsim­a, pero no es el tema en este análisis.

La pregunta obligada serða: {realmente residen en el Distrito /acional los poco más de mil electores Estoy más que segura que no. .uchos de ellos están viviendo fuera de la ciudad, en municipios cercanos y hasta en provincias, debido a innúmeros motivos, pero en su documento de identidad y electoral sigue registrada la residencia en la ciudad capital.

Lo propio ocurre con miles de personas que residen en la ciudad o en otras provincias y que, para las elecciones, hacen el llamado “turismo electoral”, siempre

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que cuenten con los recursos, un permiso laboral o lo financie un partido polðtico, para trasladars­e a sus lugares de residencia de la cédula a ejercer el sufragio y, de paso, disfrutar de unos dðas libres.

Esta realidad podrða traducirse como un bajo nivel de conocimien­to que pudieran tener los ciudadanos sobre el verdadero significad­o del (obierno municipal, las funciones que está llamado a cumplir y los beneficios que se traducen a las comunidade­s. Es el régimen de administra­ción de cara a las ciudades, a los barrios, los campos son esos gerentes, elegidos por el pueblo, quienes diseñan y ejecutan acciones para solucionar esas demandas que no necesariam­ente deben estar contemplad­as en el 1lan de (obierno Central.

1ero, más aún, un alcalde o un director municipal deberðan conocer cuántas personas están establecid­as en su territorio, asð como cuando decide salir para tener residencia en otra geografða. Es lo normal en cualquier paðs del mundo organizado, donde un ciudadano debe registrar su residencia, pues es el principal aval para formar parte de las polðticas públicas que el gobierno local implementa en un determinad­o territorio.

“Ahora bien, como los casi once millones de dominicano­s vivimos en cualquier parte del paðs, sin que nadie nos pida cuentas, este año podrðamos tener la gran oportunida­d para que hagamos un ensayo de reforma territoria­l y de ejercer nuestra ciudadanða: esa es mi propuesta”.

Como la +unta Central Electoral anunció que realizará el cambio de plástico de la cédula, lo ideal serða que a cada persona se le registre en el territorio de residencia vigente lo que, sin temor a equivocarm­e, arrojará datos estadðstic­os y demográfic­os interesant­es y asð los gobiernos municipale­s podrðan planificar mejor sus acciones.

De paso, también se podrða tener una idea más acabada del estado civil de los dominicano­s, debido a que la mayorða aparece en el registro como soltero, aun cuando está casado, divorciado o viudo.

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