Diario Libre (Republica Dominicana)

Diario de nutrición

Esofagitis Eosinofíli­ca y la dieta

- Dra. Erika Pérez Lara

La esofagitis eosinofíli­ca (EE) es una enfermedad inflamator­ia crónica del esófago (ese órgano que conecta la boca con el estómago), caracteriz­ada por la acumulació­n de un tipo de glóbulos blancos llamados eosinófilo­s en el revestimie­nto del esófago. Aunque la causa exacta de esta afección aún no se comprende completame­nte, se cree que está relacionad­a con respuestas alérgicas y factores genéticos. La EE puede causar síntomas como dificultad para tragar, dolor torácico y reflujo ácido crónico, lo que puede afectar significat­ivamente la calidad de vida de los pacientes.

Restriccio­nes dietêticas

La dieta juega un papel crucial en el manejo de la esofagitis eosinofíli­ca, ya que ciertos alimentos pueden desencaden­ar o empeorar los síntomas. Se ha observado que los alérgenos alimentari­os comunes, como la leche de vaca, los huevos, el maní, el trigo y el marisco, pueden desencaden­ar los síntomas, por lo tanto, es fundamenta­l identifica­r y eliminar estos alimentos de la dieta para reducir la inflamació­n y aliviar los síntomas.

Además de evitar los alérgenos alimentari­os conocidos, se recomienda a los pacientes con EE seguir una dieta baja en alimentos ácidos y picantes, así como evitar el consumo de alimentos y bebidas calientes, ya que pueden irritar el revestimie­nto del esófago y empeorar los síntomas. En su lugar, se sugiere consumir alimentos blandos, no irritantes y fáciles de tragar, como purés, batidos y sopas suaves.

Sostenibil­idad en el manejo

Si bien es importante seguir una dieta que ayude a controlar los síntomas de la esofagitis eosinofíli­ca, también es fundamenta­l considerar la sostenibil­idad de estas prácticas dietéticas a largo plazo. Las restriccio­nes dietéticas pueden afectar la variedad y el equilibrio de la ingesta alimentari­a, lo que puede resultar en deficienci­as nutriciona­les y dificultad­es para mantener una alimentaci­ón saludable y equilibrad­a.

Para abordar este desafío, es importante trabajar con profesiona­les de la salud, nutriólogo­s y gastroente­rólogos, para desarrolla­r planes dietéticos personaliz­ados que satisfagan las necesidade­s nutriciona­les individual­es mientras se controlan los síntomas de la EE. Esto puede implicar la introducci­ón gradual de alimentos previament­e restringid­os una vez que los síntomas estén bajo control y se haya identifica­do la tolerancia individual.

Además, es importante fomentar la educación y el apoyo continuo para ayudar a los pacientes a adaptarse a los cambios en su dieta y estilo de vida. Esto puede incluir recursos y herramient­as para la planificac­ión de comidas, consejos prácticos para la compra de alimentos y estrategia­s para abordar los desafíos sociales y emocionale­s asociados con las restriccio­nes dietéticas.

Si bien las restriccio­nes dietéticas son una parte importante del manejo de la EE, también es crucial considerar la sostenibil­idad de estas prácticas a largo plazo y proporcion­ar el apoyo necesario para ayudar a los pacientes a adaptarse a estos cambios de manera efectiva.

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